Noticia
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Un buitre en el balcón de casa
2018-08-30
El buitre en el balcón. La foto fue sacada por la propietaria de la casa, Conchi Acosta.
Un buitre merodeó desde el domingo a la tarde por Tolosaldea y llamó la atención de muchas personas por lo bajo que volaba y lo mucho que se arrimaba a los edificios. El lunes a la noche se posó en el balcón de una vivienda de Ibarra, en un primer piso.
La propietaria, lógicamente alarmada (si un buitre en el monte impone, es fácil imaginarse que aún impone más en casa, aunque sea en el balcón), hizo lo que hay que hacer: en lugar de liarse a escobazos con el animal o algo parecido, pidió asesoramiento y terminó llamando al guarderío de la Diputación.
Cuando el buire despliega las alas, es más imponente todavía. También esta foto es de Conchi Acosta..
Le contestaron que estuviese tranquila y que, si al día siguiente el buitre seguía allí, que volviese a llamar. De modo que el animal, de una especie catalogada como protegida, pasó incomprensiblemente toda la noche sin que nadie fuera a por él, en el balcón, inmóvil. No debió de ser una noche del todo placentera porque Ibarra está en fiestas y, por lo visto, hubo alguna cuadrilla de graciosos que le arrojó monedas y vasos. Por cierto que algunos de ellos impactaron en los cristales de la vivienda. Ya por la mañana, guardas de la Diputación recogieron al buitre y lo llevaron a Arrano Etxea. En este enlace puede verse un vídeo del momento en que lo capturan:
En Arrano Etxea pudieron comprobar que es un buitre joven que se entraba deshidratado. Agotado. No es raro que los ejemplares jóvenes tengan problemas como este. Pasará un breve período allí y, si no surgen complicaciones, volverá a la naturaleza. Estamos seguros de que a muchas de las personas que el lunes vieron al buitre con asombro les gustará saber que la historia va camino de contar con un final feliz.
En cuanto a las personas que le arrojaron objetos… A ver, amigos, que hay cosas que no se deben hacer ni borrachos.
EGUZKI
Estas dos fotos, que debemos a Iban Aznar, son anteriores a que el buitre se posara en el calcón, cuando aún merodeaba sin rumbo por Ibarra.
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