Se sabe que el País Vasco ocupa un lugar estratégico en el Golfo de Bizkaia. En el Cantábrico y a la altura del acantilado de la Cavidad de Capbreton, cuenta con excelentes caladeros. Gracias a esto, o como consecuencia de ello, la historia y el desarrollo de Euskal Herria deben entenderse junto con las diferentes actividades relacionadas con el mar: se han creado diferentes tipos de pesca, se han llevado a cabo diferentes formas de vida y hemos sacado a la luz manifestaciones culturales diferenciadas.
Una importante tradición relacionada con la pesca ha ido tomando cuerpo durante siglos. Este desarrollo histórico, económico, social y cultural nos ha ofrecido a la vez diferentes formas de pescar y de consumir el pescado.
En la segunda mitad del siglo pasado, entre las décadas de 1950 y 1980, se conoció un desarrollo espectacular en nuestra costa. Antes de la industrialización del sector se llevaron a cabo grandes pesquerías, se pescaron numerosas especies de peces y se utilizaron herramientas sostenibles.
Esto comenzó a cambiar con el proceso de industrialización, y tras la entrada en la Unión Europea, el contexto se transformó profundamente. Se establecieron y distribuyeron derechos de pesca o cuotas y los pescadores vascos perdieron derechos de gestión, junto con los derechos de pesca en caladeros tradicionales. Por si fuera poco, empezamos a importar pescado traído de otros mares del mundo y, en general, supuso obtener una rentabilidad más baja al pescado aquí pescado. Las borrascas generadas por políticos poco interesados en la pesca tuvieron un impacto directo en nuestras costas y la flota vasca se vio muy mermada.
Con el cambio de siglo, el sector pesquero comienza a hundirse. Desde entonces, cada vez más embarcaciones se han amarrado y hundido para siempre y se han vendido los derechos de pesca a otras comunidades.
Junto a esto, también ha cambiado mucho la vida y el sustento que producía la pesca en tierra. Ejemplos claros pueden ser la desaparición de las trabajadoras de los puertos (rederas, neskatillas, empacadoras, descargas…) o la pérdida de presencia de las cofradías. Estas Cofradías, tan importantes en nuestra historia, verdaderos símbolos de la pesca de bajura, juegan hoy un papel secundario en la gestión de la pesca. Algunas cofradías, además, han desaparecido, como la de Mutriku.
Detrás de esta realidad hay intereses económicos y políticos que no muestran preocupación alguna por la pesca responsable y sostenible. Nunca les ha interesado la pesca tradicional y han centrado sus ayudas y responsabilidades en la pesca industrial. El apoyo que han recibido de las instituciones los grandes buques congeladores dedicados a la pesca de atún y las empresas que los gestionan es el mejor indicador de ello. Estas modernas embarcaciones faenan en todos los mares del mundo utilizando técnicas que perjudican la diversidad marina y el medio ambiente en general. Por si fuera poco, muchos de los caladeros de estos barcos se encuentran en aguas de países con problemas alimenticios. En definitiva, los armadores de Bermeo se han convertido en los principales beneficiarios de este sistema.
Los poderes públicos y las políticas pesqueras mantenidas por el Gobierno Vasco en las últimas décadas nos han diseminado a esta situación. En su día dejaron naufragar las embarcaciones dedicadas a la pesca del bacalao. Luego, los que se dedicaban a la pesca de arrastre y ahora, mientras la pesca de bajura está desapareciendo, parece que no les interesa mucho. Alguien podría pensar que lo hacen a propósito. Mientras, Bermeo se ha convertido en la capital mundial de los túnidos, llegando a ser un importante holding de pesca de gran altura. Hace pocas décadas, en el puerto de Bermeo se podían ver más de 150 atuneros dedicados a la pesca tradicional en el Cantábrico. A día de hoy, no queda ninguno.
La situación que tenemos en nuestros puertos es lamentable y preocupante. Cada vez hay menos barcos de pesca, al tiempo que cada día aparecen más embarcaciones de recreo, haciendo competencia directa al pescador. Los pescadores profesionales que viven gracias a las ayudas públicas miran atormentados por la borda a los barcos que faenan a su lado. Los pescadores profesionales saben que, si esto sigue así, será muy difícil buscar el relevo de las nuevas generaciones.
La conclusión total del sector parece poco que ver y las decisiones que se toman a diario no hacen sino perjudicar la situación. Estas decisiones que se están tomando en la gestión de los recursos y en el rendimiento económico del pescado no van a corregir la situación. Entre otras cosas, la venta de cuotas de especies objeto de pesca es una muestra más de esta lamentable situación. Estas licencias de pesca, que son comunes a todos, son gestionadas y vendidas por unos pocos, atendiendo a intereses privados.
También en el País Vasco, la privatización de la costa y del propio mar comenzó hace tiempo, y ahora, se acelera. La última propuesta novedosa que hemos escuchado estos días es un claro ejemplo de ello. Se privatizarán un millón de metros cuadrados de mar para engordar los atunes. Estos atunes serán capturados con las técnicas prohibidas en nuestros caladeros, entre ellas la de la recolección, técnica nociva y depredadora. Dicen que de momento se harán pruebas con la especie hegamotza, pero seguro que, en breve, se harán ensayos similares con el bonito y otras especies.
De nada parece haber servido la lucha de los pescadores vascos en la década de 1990 contra el uso de volantas y los arrastres pelágicos en los últimos años, que aquí reproducirán técnicas similares. Al capital no le importa la biodiversidad del mar y de la costa. Y a los que toman decisiones, tampoco.
El camino para salvar el sector pesquero no es dar facilidades a una multinacional para que venda cuotas que son de todos y obtenga rentabilidad. Eso, es inaceptable. El rumbo de nuestro sector pesquero no lo pueden marcar estas políticas. Parece que andamos desorientados, atendiendo sólo a determinados intereses. No podemos permitir que las cuotas se vendan a quien mejor oferta hace y que el interés público se pliegue a las reglas de juego del mercado. Como en este caso, que las instituciones públicas estén atendiendo a los intereses de estas multinacionales que utilizan técnicas depredadoras. Las cuotas de pesca que requieren una gestión pública deben llegar a nuestras Cofradías y los barcos debemos asegurarnos de que pesquen utilizando técnicas que respeten al máximo el medio ambiente. Con ello, además de respetar el medio ambiente, se darán más pasos en el camino de la alimentación sostenible.
Somos conscientes de que en el futuro las piscifactorías jugarán un papel importante en nuestra alimentación. Pueden ser vías útiles para obtener las proteínas que la sociedad necesita si se utilizan de forma adecuada. Pero eso que quieren hacer a la altura de Getaria, y el rumbo que muestran las políticas pesqueras en general, no son nada acertados.
La construcción de Áreas Marinas Protegidas a 12 millas de nuestra costa y su preservación como piscifactorías naturales proporcionará interesantes beneficios sociales, culturales y económicos a corto y medio plazo. La vida hará su camino, los peces desarrollarán su ciclo de vida y después será posible volver a pescar con los utensilios que se utilizan en la pesca artesanal. En caso necesario, la nueva situación permitiría, además, el crecimiento y repoblación en jaulas de algunas especies de peces que han desaparecido (casi) de nuestras costas. Ejemplo de ello es el besugo.
Al mismo tiempo, para consolidar y reforzar este proceso habría que reforzar las Cofradías, poniéndoles como responsables de la gestión de la pesca y de la comercialización del pescado. En los centros de salud, en los colegios y en cualquier otro comedor podemos gestionar y preparar pescado comestible, tanto en Euskal Herria como desde Euskal Herria. Ese hegamotza que ha crecido en cautividad no se hará. El País Vasco todavía tiene capacidad para hacer todo esto. Falta voluntad para tomar decisiones en la dirección correcta.
Desde Ondarroa 12milia elkartea seguimos pidiendo un debate serio. El mar y los peces son un bien común. La pesca, primero debe ser de pescadores profesionales, y los hábitos de consumo, deben orientarse al interés común. Así, vemos la necesidad de preparar el contexto para diseñar políticas que redunden en beneficio de todos. En definitiva, respetar el medio ambiente y que Euskal Herria consiga una alimentación sostenible. Desde aquí, aquí mismo.
Leo Belaustegi. Ondarroa 12 Milia