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  • SATLANTIS y la nueva industria militar vasca que fabrica las guerras

    2024-07-29
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    Gasteizkoak_Hace ya casi año y medio el periodista Ahoztar Zelaieta nos mostraba la cara menos conocida de la que últimamente se nos presenta como la estrella de las empresas emergentes vascas del ámbito de la innovación tecnológica: Satlantis. Su artículo La empresa vasca para la vigilancia de fronteras que desarrolla la infraestructura militar europea, publicado por Hordago, detallaba las profundas implicaciones de Satlantis en los sectores militares y de control social, su relación incluso con el Departamento de Defensa estadounidense, así como los apoyos y subvenciones recibidos por las diferentes administraciones vascas.

    Partiendo de esa base, en este análisis queremos profundizar en otros aspectos relacionados con Satlantis, porque creemos que constituye un buen ejemplo para conocer los parámetros en los que se mueve en la actualidad una parte de la industria militar vasca. Una industria que contribuye cada vez en mayor medida a que las guerras activas en otras partes del globo empiecen aquí, porque los artefactos que las hacen posibles se fabrican aquí. Y es que en los últimos diez años el número de empresas vascas involucradas en el sector armamentístico se ha más que duplicado, y son ya bastantes más de 200.

    La primera pregunta que queremos responder es la siguiente: ¿Cómo es posible que una empresa constituida en diciembre de 2014 estuviera siete años después consiguiendo nuevos accionistas que invierten decenas de millones de euros, recibiendo subvenciones de todas las administraciones públicas, coordinando programas de Defensa de la Unión Europea, adquiriendo empresas y hasta abriendo filiales en diferentes zonas del planeta?

    De lo público a lo privado

    Empecemos por ver quiénes fueron los tres socios fundadores de Satlantis. Uno fue Rafael Guzmán, profesor de astrofísica andaluz afincado en la Universidad de Florida, y que es el cerebro desarrollador de la tecnología que hará famosa a Satlantis. Pero personas investigadoras con grandes proyectos hay muchas, y lo frecuente es que esos proyectos no pasen de ahí. ¿Dónde está la clave para que los del profesor Guzmán sí? En los otros dos socios fundadores. Por una parte, la donostiarra Cristina Garmendia, exministra de Ciencia e Innovación del Gobierno de España durante el segundo mandato (2008-2011) de José Luis Rodríguez Zapatero y recientemente nombrada presidenta del gigante mediático Mediaset España (Telecinco, Cuatro), entre otros muchos cargos. Por otra, el bilbotarra Juan Tomás Hernani Burzaco, Secretario de Estado de Innovación bajo el mandato de, precisamente, Cristina Garmendia, y director ejecutivo de Satlantis desde su creación.

    El origen de todo hay que ubicarlo en 2011, cuando la entonces ministra de Zapatero conoció en uno de sus viajes oficiales al profesor Guzmán y su proyecto (por aquel entonces vinculado a la Universidad de Florida). Posteriormente, Garmendia puso a Guzmán en contacto con Hernani y con SILO Science & Innovation Link. SILO, una consultora creada en 2012 y que nació, según se puede leer en su página web “con la vocación de impulsar la innovación a través de colaboraciones público privadas”, apoyó la creación de Satlantis, y se convirtió en socio fundador con representacion en su consejo de administración.

    Un par de detalles importantes. Primero: ¿Quién fue una de las personas que crearon SILO? Cristina Garmendia. Garmendia dejo el consejo de administración de SILO tras siete años, en 2019, el mismo día que entraba en él su hija Teresa Itziar Celaya Garmendia. Continuaría en el consejo su marido, Rubén Celaya Martínez, que había entrado en 2014. En segundo lugar: entre los socios fundadores de SILO se encontraban también Antonio López y Diego Moñux, que fueron asesores del gabinete de Garmendia en su época de ministra. López entró más tarde, en 2015, en el Consejo de Administración de Satlantis. Y Moñux, además, había compartido asiento con Hernani en el consejo de administración de la entidad pública del Gobierno de España que promueve la investigación y desarrollo de las empresas, el CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación), entidad que depende, precisamente, del Ministerio de Ciencia e Innovación.

    Recapacitemos: Garmendia y Hernani Burzaco son ministra y alto cargo respectivamente del Ministerio de Ciencia en Innovacion durante los años 2008-2011. En 2014 crean (junto al profesor Guzman) la empresa Satlantis, gracias al impulso de la consultora SILO, que entra en el consejo de administracion de Satalantis. SILO fue creada en 2012, es decir en la época en que Garmendia y Hernani trabajaban en el ministerio, por, entre otras personas, la propia ministra junto a Antonio López y Diego Moñux, asesores del mismo ministerio.

    No sabemos si a todos esos vasos comunicantes entre sociedades públicas, ministerios, empresas privadas y sus altos cargos se le puede llamar «puertas giratorias». O quizás habría que buscar otro término para cuando una ministra y buena parte de su gabinete crean y dirigen una empresa que, además, comienza rápidamente a recibir apoyo institucional.

    Tampoco sabemos si es legal o no, pero conocemos la habilidad de Hernani Burzaco (CEO de Satlantis desde el inicio) para sortear cuestiones parecidas, pues ha sido señalado tanto por presuntamente mediar para que una empresa recibiera dinero de su propio Ministerio, como por presuntamente desviar dinero público a empresas de su familia, esto último durante su etapa anterior de director (y fundador) de Eurobulegoa, que posteriormente se integraría en Innobasque. Precisamente en Innobasque, mientras él era director general, la consejera ejecutiva era Cristina Garmendia.

    Subvenciones públicas y respaldo político

    Satlantis nació en diciembre de 2014, y antes de dos años había conseguido reunir 2,3 millones de euros para su proyecto. Por una parte, gracias a inversores privados de relumbrón como Elecnor, Idom, Telefónica o Everis-NTT. Por otra, mediante inversiones de instituciones y organismos públicos estatales y autonómicos como el Gobierno Vasco y la Diputación de Bizkaia. Y también de Orza, entidad de inversión de los fondos de pensiones Elkarkidetza y Geroa. Es decir, que de una forma directa o indirecta (vía impuestos o pensiones) gran parte de la población vasca está apoyando a esta nueva estrella de la industria militar vasca casi desde sus inicios.

    Garmendia, Hernani y los directivos de Satlantis saben moverse en la esfera pública no solo en busca de finanzas. En una fecha tan temprana como marzo de 2017, el lehendakari Iñigo Urkullu y la consejera Arantxa Tapia realizaron una visita pública a las oficinas de la empresa en Getxo. Unos meses después Satlantis anunciaba un acuerdo con la red de Parques Tecnológicos de Euskadi para instalar una nueva fábrica en Leioa, en el Parque Científico de la UPV/EHU, en una planta de 640 metros cuadrados. La fábrica se inauguró oficialmente en enero de 2019, contando de nuevo con la presencia de Urkullu y Tapia. La relación de Satlantis y su producción militar con la UPV va más allá aún, como se puede leer en el cuadro aparte.

    En mayo de 2017 la Escuela de Ingeniería de Bilbao de la UPV/EHU y Satlantis firmaron un convenio de colaboración para cinco años, que, entre otras cosas, pretendía “promover el intercambio y contraste de ideas entre la Escuela y esta empresa tecnológica para desarrollar proyectos conjuntos”. El CEO de Satlantis, Juan Tomás Hernani, lo tiene muy claro: “Sin duda, estar cerca de la universidad nos abre las puertas al talento más joven a quien damos oportunidades de incorporarse pronto en la empresa (…) cogimos unas becas del Gobierno Vasco, mandamos a 4 jóvenes a Florida y después, esas mismas personas se incorporaron a Satlantis (…) ahora hemos abierto un capítulo donde entran las FP”, se puede leer en la web de la propia Diputación de Bizkaia. Así que no es de extrañar que a los pocos años, la empresa pública Ingeniera de Sistemas para la Defensa (ISDEFE), en la 1ª convocatoria del premio “Desafío Defensa” eligiera como comunicación ganadora a la elaborada por alguno de esos antiguos estudiantes de la Escuela de Ingeniería de Bilbao (y desde hace años trabajando en Satlantis) por un trabajo titulado “Nueva Generación de Satélites con Tecnología Disruptiva Óptica Y Térmica para Defensa Y Seguridad”. El premio fue entregado por el almirante director general de Armamento y Material del Ministerio de Defensa. Una buena muestra de las relaciones entre las empresas tecnológicas de defensa, las instituciones vascas, los centros universitarios y de investigación y el Ministerio de Defensa, que caracteriza en la actualidad a todo un sector de la industria militar vasca.

    En 2021 Satlantis volvió a buscar nuevos inversores y para finales de año ya había conseguido los 16,5 millones de euros que se había puesto como objetivo, nuevamente gracias a la colaboración público-privada. 2,5 millones los consiguió con la entrada en el accionariado de la CTDI, el organismo estatal de cuya dirección habían formado parte algunos de los miembros impulsores de Satlantis. El resto de los millones los pusieron sociedades públicas (Axis-ICO y SEPI del Gobierno de España) Orza y la empresa privada Enagas.

    En abril de 2022, Satlantis consiguió nuevas inversiones por 24 millones de euros. Se repiten los inversores de 2021, a los que se suma la Diputación de Bizkaia. Pero el principal inversor en esta ocasión es la empresa estadounidense Encino Environmental Holdings (EEH). Y es que la inversión se iba a dedicar principalmente a impulsar la filial de Satlantis en EE.UU., Satlantis LLC.

    Everis

    Volvamos por un momento a los inversores iniciales en Satlantis. Entre las empresas privadas nos llamaba la atención una, por su conocida relación con la industria militar: Everis (hoy en día NTT Data), un grupo empresarial que desde 2010 cuenta con una sociedad dedicada a ese ramo que se denomina Everis Aeroespacial y Defensa (Everis ADS). Y Cristina Garmendia formó parte de su consejo de administración desde octubre de 2012 hasta agosto de 2019.

    Everis ADS tiene un largo historial de venta de material militar, algunas de ellas especialmente llamativas. Veamos dos ejemplos. Según publicó El Periódico de España, en 2017 suministró morteros Alakrán y municiones a Emiratos Árabes y Arabia Saudí por un montante de 117 millones, a pesar de que desde 2016 diferentes resoluciones de la ONU y del Parlamento Europeo instaron a no vender armamento a Arabia Saudí por su implicación en la matanza de población civil en la guerra de Yemen. Por otro lado, en marzo de 2024 algunos trabajadores de la empresa denunciaron que, “entre las empresas que durante años han suministrado armamento al Estado de Israel, el mismo que éste usa para asesinar a miles de niños palestinos, está NTT Data (antes everis)”, comprada por Satlantis.

    En enero de 2023 Satlantis compró a Everis sus negocios espaciales de Defensa y Observación de la Tierra, tras haber recibido previamente el visto bueno del Ministerio de Defensa español, de la Agencia Espacial Europea (ESA) y de la Comisión Europea. El responsable de Satlantis, Juan Tomás Hernani, declaró que la compra suponía “impulsar” el posicionamiento de Satlantis ante “el European Defense Fund y la ESA”.

    El mercado militar como motor de Satlantis.

    Y es que, efectivamente, viendo las expectativas que los desarrollos de Satlantis generaban en el ámbito militar, los anunciados 7.900 millones de Fondos Europeos para la Defensa, y los vientos de guerra que recorren buena parte del mundo, los responsables de la empresa decidieron impulsar su participación en ese sector.

    Comenzó por apuntarse a los programas europeos de defensa financiados por la UE coordinando el programa Nemos, “con capacidades multifuncionales, incluida la vigilancia y el seguimiento basados en el espacio”. El consorcio de nueve compañías de cinco países agrupadas para este programa explicitaba que “pretende establecer una colaboración entre las diferentes entidades y países participantes con el objetivo de reforzar las capacidades europeas en materia de Defensa y Seguridad”. También ha coordinado el programa Optisse, y toma parte en el programa de los Fondos Europeos de Defensa Spider, cuyo objetivo es mejorar la red de satélites dedicada a inteligencia, vigilancia y reconocimiento.

    En 2021 Atlantis se incorpora a TEDAE (Asociación Española de Tecnologías de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio, verdadera patronal del sector militar español). Su ámbito de negocio se centra, entre otras, en la monitorización de “infraestructuras críticas y/o de fronteras”. Ese mismo año toma parte en FEINDEF, la feria de armamento que se celebra en Madrid, donde participa en la mesa redonda «Defensa y Tecnología Espacial», junto con altos mandos militares españoles y representantes de grandes empresas del sector, como Indra y la vasca Sener.

    En abril de 2022 el CEO de Atlantis Juan Tomás Hernani afirmaba en El Correo que “en Defensa estamos en una nueva Guerra Fría” y que su empresa había decidido servir al “bando occidental”. En esa línea, y tras su experiencia con el Pentágono para ayudar a facilitar “la vigilancia y supervisión desde el espacio”, un mes después declaraba en Deia que, “es una gran noticia que tengamos inversión americana, de la NASA y el Departamento de Defensa, que están apostando por nuestro plan”. Esa apuesta provocaba, entre otras cosas, que, para su filial estadounidense, Satlantis LLC nombrara como presidente a Sean O´Keefe, quien, entre otros cargos, había sido secretario de la Marina de Guerra de Estados Unidos y fue Chief Financial Officer del Departamento de Defensa en los tiempos de George H. W. Bush.

    Ya hemos visto que a principios de 2023 Satlantis compraba a Everis su actividad espacial en el área de Defensa y Observación de la Tierra. Pocos meses después acudió a la feria SpaceOps de Dubái, donde su stand estaba presidido por el lema Satlantis Defence & Security. También en esas semanas hacía público que “habían entrado en la defensa británica”, aunque sin especificar en qué proyecto o programa. A finales de ese mismo año hacía pública su alianza con Airbus para desarrollar los satélites de observación del Ministerio de Defensa español. Satélites que, explicaron, “nos permiten trabajar en temas de reconocimiento y vigilancia militar, con lo cual podemos tener capacidades muy avanzadas para identificar objetivos, monitorizar movimientos militares y también recopilar información estratégica de las operaciones de Defensa”.

    En definitiva, las prioridades con las que dirigen su negocio los responsables de Satlantis están claras. Así las resumió Hernani en El Correo en abril de este mismo año: “En defensa, ahí hay un tirón clarísimo. (…) El desarrollo será en función de los anillos que marquen los gobiernos. Primero defensa, seguridad, control de fronteras.”

    Concluyendo

    Ante la actual espiral belicista que padecemos haríamos bien en reflexionar sobre quiénes, cómo y para qué se crean las guerras. A mediados de la década de 2010 la Unión Europea comenzó a anunciar que abriría sus fondos a la financiación de programas de “Defensa”. Como lo demuestra el caso vasco (donde desde entonces el número de empresas vinculadas a la producción militar ha pasado de menos de 100 a más de 200), y sin ser una excepción, entonces podemos datar el inicio de la actual carrera armamentística.

    Los mercaderes de la muerte comenzaron a invertir en nuevos y sofisticados artilugios y sistemas armamentísticos, contando para ello con financiación pública por la vía del incremento del gasto militar, el apoyo de los estamentos políticos y educativos, y el silencio cómplice o ignorante de plantillas de trabajadores y de las poblaciones. Para cerrar el círculo vicioso y permitir pingües beneficios a esos mercaderes, sólo faltaba que estallaran guerras y se incrementaran inseguridades y miedos. Y en ello estamos.

    Satlantis solo es un ejemplo de esa nueva escalada de la producción militar que nos condena a las guerras. En esa carrera, como hemos visto en su caso, quienes controlan los entresijos de las administraciones públicas, de los centros de investigación, de los núcleos de poder, y quienes a pesar de su halo científico o académico no tienen escrúpulo alguno, juegan con clara ventaja.

    La guerra empieza aquí, en cada una de las empresas vascas que toman parte en esa producción, y si queremos realmente parar las próximas guerras antes de que estallen y caigamos de nuevo en la impotencia, el camino parece claro: acabar previamente con la industria que las fabrica y los mercaderes que se benefician de ellas. Hay alternativas a la industria militar y sus guerras. Es urgente desarrollarlas.

    Cristina Garmendia y Berlusconi


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