«Si no existiera escasez de petróleo, no habría la actual especulación»
2008-07-14
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gara. El petróleo escasea. Se supone que está llegando al punto más alto de extracción, a partir del cual caerá. Ya se está produciendo una merma en el Mar del Norte. Entre varias citas del breve e ilustrativo libro de Ramón Fernández, miembro de Ecologistas en Acción, se encuentra una que escribió en 1978 el economista Kenneth Boulding. Dice así: «En 1859, la especie humana descubrió un enorme cofre del tesoro en su sótano: el petróleo y el gas, unas fuentes de energía que se encontraban con facilidad y a bajo coste. Hicimos, algunos de nosotros, lo que nadie hace con un tesoro en el sótano, sacarlo y despilfarrarlo».
¿Usted cree, igual que Boulding, que se ha despilfarrado el petróleo?
Creo que se están quemando «picassos» para calentarse, por así decirlo. El petróleo ha permitido un nivel de prosperidad para una minoría del planeta impresionante. Ha incrementado las desigualdades a escala planetaria si lo comparamos con las desigualdades de hace doscientos años en el inicio del uso del petróleo. El principal elemento de la prosperidad está a punto de desaparecer. Estamos empezando a vivir la crisis de la modernidad.
La reciente cumbre del petróleo de Madrid se dividió al indicar que los 140 dólares por barril se deben a la especulación, al negocio puro y duro o a los impuestos. ¿Qué opina usted?
Las empresas petroleras occidentales acusaron a la OPEP y a los países que tienen petróleo estatal, como Rusia y México que no están en la OPEP, de no permitir la entrada de las petroleras o poner condiciones elevadas para abrir sus fronteras a la entrada de las petroleras occidentales para ampliar la oferta. La OPEP acusaba a Occidente de la especulación… Creo que es un cóctel de aspectos complejos.
Pero sí se advierte una crítica por la pérdida de poder real de las petroleras occidentales frente a la OPEP y otros no integrados en ese cártel.
En los años 50, cuando no tenían competidores en el mundo, controlaban el 90% de la reserva de explotación y los estados no occidentales el 10% restante. En la actualidad es justo al revés aunque controlan el comercio del mismo, los mercados financieros y el refino. El 90% lo controlan los estados OPEP y no OPEP, y el 10% las petroleras occidentales. Ha cambiado la ecuación. Pero la causa de la subida del precio del crudo se debe a que hay dificultades para abastecer la demanda.
¿No hay especulación?
En esa situación, el mercado regula al alza el precio, cierto. Pero también intervienen factores de especulación sobre ese contexto. Si no existieran, la especulación no podría funcionar. Si hubiera suficiente crudo no subirían los precios. A la vez, se ha producido una desregulación de los mercados financieros y se está produciendo una financiarización de los mercados del crudo que no existían antes.
Aun así, el precio se ha multiplicado por dos en un año y, desde luego, no se explica sólo por esa supuesta escasez.
Es cierto que se ha multiplicado por dos en un año, pero no se puede explicar exclusivamente por la falta de de demanda, sino que ha intervenido la especulación de los mercados financieros de futuros, sobretodo los no regulados. Operan en la City de Londres y en Estados Unidos, donde están algo más regulados. Hay grandes fondos de inversiones y de pensiones que están invirtiendo en ese mercado de futuro no regulados. Así, la especulación ha pasado de la Construcción al sector financiero y, ahora, a las materias primas. Si no hubiera una expectativa de que a medio y largo plazo van a subir los precios, sería difícil hacer apuestas de futuro de carácter especulativo. Pero en estos momentos es una apuesta a caballo ganador. Es un elemento que está afectando a la economía real.
¿Los especuladores y los responsables de que apareciera la crisis financiera son los que mejor parados saldrán también de la crisis del petróleo?
Efectivamente. Unos pocos especuladores, como los bancos de inversión, los hegde funds… es decir, los que acaparan la mayor riqueza del mundo occidental son los que están poniendo en peligro la economía real. Pero está ocurriendo un fenómeno que apunto en el libro, como es que se está empezando a producir una deflación global.
¿En qué sentido?
Una caída del precio de los activos mobiliarios e inmobiliarios. Es decir, los activos financieros de todo tipo que se negocian en la bolsa de valores y otros mercados financieros que habían subido de forma espectacular en los 30 últimos años en los países centrales, que es donde está la riqueza embalsada financiera, están empezando a caer. Eso es sinónimo de declive económico prolongado. El Estado español no se salva por su dependencia con el petróleo y por el alto déficit exterior, del 11% del Producto Interior Bruto, sólo superado por el de Estados Unidos.
¿El neoliberalismo nos ha llevado a este callejón sin salida posible?
Claro, porque ha habido una mayor desregulación. En mi libro planteo esa interrogante y cómo van a actuar los estados.
¿Si son débiles frente al poder económico?
Así es. Se han reestructurado de acuerdo con los intereses del capital internacional. Los elementos del estado social, de los equilibrios entre el capital y el trabajo se han alterado, se ha desregulado el intervencionismo estatal a favor de los sectores más desfavorecidos, y el Estado funciona más de cara a los intereses corporativos y financieros. No totalmente, tampoco, depende del lugar, pero sustancialmente sí.
¿Cree que la banca española entrará en crisis? Porque parece que todavía no le ha alcanzado de lleno.
No ha entrado en crisis como en Estados Unidos, pero no estamos a salvo y ya empiezan los temores. En Estados Unidos el banco central y el Gobierno están interviniendo para respetar el poder de los bancos en crisis y están dedicando una cantidad de dinero inmensa para mantener al mismo sector que activó principalmente la crisis por la especulación. En vez de estar preparándonos para la transición energética, estamos caminando en sentido contrario.
Se habla del pico del petróleo como el peldaño a partir del que se inicia la pérdida de crudo, ¿cuánto nos queda?
En el momento en el que entremos en el pico, empieza el declive energético. Estamos en lo que podríamos denominar la meseta. Cuando se inicie, la caída será suave, ya que se reducirá entre un 2% y un 3%, pero en pocos años seguirá con un 7% y un 8% anual, como ya ocurre en el Mar del Norte, lo que es alarmante. Lo que ocurre es que se está haciendo todo lo posible por suavizar esa meseta, y por intentar que no caiga, con la explotación de petróleo no convencional, con el carbón de China e India, a través de los agrocarburantes y otras salidas. Se está permitiendo suavizar el declive, pero estamos ya muy cercanos a que empiece a producirse esa fase irreversible. De hecho, el precio del petróleo está ligado a ese factor de escasez, aunque nos lo traten de ocultar.
En su libro menciona las tensiones geopolíticas que esta fuente de energía ha planteado y habla de una nueva guerra. ¿Por qué llega a esa conclusión?
Al capital transnacional productivo, financiero y especulativo no le interesa una guerra abierta y generalizada. Todo el mundo es consciente de que estamos a punto de entrar en esa fase de declive, pero no se transmite a la población, aunque los principales centros de poder lo saben. Los temas de Kioto y Kioto II son un intento, a mi entender, de que haya un reparto de lo que queda de crudo de una manera lo más consensuada posible y que a través de mescanismos de mercado no ponga en cuestión la necesidad de crecimiento continuo y de expansión, sobre todo, del capitalismo financiero. Pero eso es como la cuadratura del círculo. Porque, por otro lado, los principales sectores estatales se preparan en la trastienda para la guerra. Así, China, India y Rusia no aceptan que Oriente Medio, donde está la gran reserva de petróleo y gas del mundo, quede en manos de Occidente. Se coordinan militarmente para frenar a Occidente a través de lo que se llama la Organización de Cooperación de Shanghai. Ahí es donde se está viendo lo que se llama el choque de trenes. Por ahora no se ha producido, pero puede saltar con Irán.