Eguzki ante la parada de Asco II, y el reconocimiento sobre la amortización de centrales como Garoña, exige su cierre.
2012-01-26
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La central nuclear de Garoña, cuyo cierre esta previsto para julio del 2013, va a contar con un informe del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) sobre las condiciones de su explotación, en caso de anularse dicho cierre y prórroga de licencia de autorización de explotación de la central.
Esta semana, tras el encargo del informe, dando por sentado que cuenta con el parabién del CSN, hemos visto como Asco II ha tenido que parar por un imprevisto. Sus continuos fallos han hecho que desde el 12 de noviembre solo haya estado funcionando siete días alternos, lo que evidencia la falta de seguridad y valor fiable de las condiciones de seguridad de una central nuclear.
Por otra parte, el Sr Soria, Ministro de Industria y Energía, ha admitido que algunas centrales como Garoña ya están amortizadas, por lo que sus empresas obtienen grandes beneficios sin coste alguno, especialmente en una industria que no asume los residuos que genera, ni tampoco los riesgos humanos.
Esta situación nos debe llevar a una reflexión sobre el coste de una posible decisión política de prórroga de Garoña: Coste democrático, coste de seguridad y coste económico. No podemos olvidar que tras el tsunami y terremoto en Japón, la seguridad es una exigencia que nos recuerda la incapacidad de garantizar imprevistos mediante controles al uso y pruebas de resistencia ad hoc que reciben las multinacionales de la energía nuclear para avalar su funcionamiento.
Eguzki quiere mostrar su denuncia de la “infalibilidad” de las nucleares como lo demuestra la historia: con Three Mile Island; la obsoleta tecnología soviética en Chernobyl; la catástrofe natural y posterior fallo de los refrigeradores en Fukushima-Daiichi. En relación a Garoña, mediante un informe, el fabricante de los reactores nucleares BWE/2-5, de agua en ebullición, como el de Garoña, General Electric (GE), destaca un fallo de seguridad susceptibles de un problema de fricción en las barras de control y concluye que la “deficiencia” detectada podría desencadenar una situación “preocupante” de producirse un terremoto dado que podría dar lugar “a no poder parar una central” en caso de emergencia.
Este es uno de los inconvenientes de una tecnología tan peligrosa como la nuclear, el riesgo de sufrir un accidente no acaba ahí, puesto que incluso con la central parada, el combustible nuclear sigue activo, sigue habiendo reacciones nucleares que, además de radiactividad, generan mucho calor. Tanto Fukushima-como Garoña tienen unos reactores con un pésimo sistema de contención.
Esta situación pone sobre la mesa el debate sobre la energía nuclear, al carecer de credibilidad las afirmaciones de que las centrales nucleares cuentan con tecnología y sistemas de seguridad que las hacen infalibles y de la remota posibilidad de que ocurran accidentes de este tipo. No es la primera situación por la que se ven comprometidas las centrales nucleares, y no podemos esperar a ver cuándo y dónde sucede otro accidente nuclear, sino que tenemos que ser parte activa y exigente en el cambio de modelo energético y en especial en el cierre inmediato de Garoña por vieja, peligrosa, estar amortizada, y por que la sociedad así lo exige.
Un modelo que demuestra que no somos capaces de garantizar su inocuidad durante los miles de años de radioactividad, por mucha profundidad de los océanos en los que se deposita. Respecto a la energía nuclear, debe primar la prevención ante dicha producción con riesgos muy graves para miles o millones de personas.