El expolio que nos viene. Un nuevo proceso desamortizador en ciernes
2013-12-21
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El 15 de febrero de este mismo año el Gobierno del PP aprobó el anteproyecto de la ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local y en estos momentos se encuentra pendiente del informe del Consejo de Estado para su aprobación final. Lo que pretenden con esa ley hablando claro, es suprimir la personalidad jurídica de más de 3.750 entidades locales menores (lo que localmente conocemos como batzarre, concejos, juntas vecinales, pedanías…etc) que cuentan con recursos propios y potestad para administrarlos y ejercen democracia directa sobre ellos. Al suprimir dichas entidades la gestión de sus bienes pasaría a ser administrada por el Estado. En la actualidad, los recursos naturales de esos concejos, batzarre etc “son propiedad, por igual, de sus vecinos y vecinas y son ellos y ellas las que los gestionan y deciden cómo administrarlos. No existe democracia más pura que la del batzarre, concejos etc Los bienes comunales son anteriores al Estado moderno y como los vecinos y vecinas tienen la última palabra sobre su patrimonio, son el obstáculo para que el Gobierno pueda acceder a la gestión, o la apropiación de ese patrimonio. Con la nueva ley se podrá privatizar la gestión del agua, de los montes, de la caza…
Estamos ante un verdadero atentado a la democracia, ante un expolio, ante una catástrofe, de llevarse a cabo habrían culminado la labor que comenzaron en 1812 con la Constitución de Cádiz y el surgimiento del Estado Liberal que no dudaron montaron guerra tras guerra durante todo el siglo XIX para abolir el Régimen Foral Vasco que impedía la explotación privada de tierras, minas, bosques y montes. Con la abolición de los fueros se pudo exportar mineral de hierro, (exportación antes prohibida por el fuero), y lo que fue decisivo, personas con dinero pudieron comprar y apropiarse de los terrenos que antes fueron comunales. Así sucedió que los riquísimos yacimientos de mineral de hierro de los montes de Triano que antes eran propiedad colectiva de los vecinos de la villa de Portugalete fueron comprados a la villa por Juan María de Ybarra que se convirtió en un oligarca.
Una vez abolidos los fueros la labor fue fácil de continuar, en nombre de un abstracto progreso economicista y productivista, la milenaria y verde Euskal Herria ha ido desapareciendo engullida por una Euskal Hiria ávida de infraestructuras y urbes descomunales. Bajo el concepto de Euskal Hiria se esconde un proyecto que se basa en la metropolización del territorio, un proyecto que abanderando la causa de la civilización y el progreso, sacrifica el territorio y fomenta la proliferación de todo tipo de infraestructuras, es la civilización del «cuanto más mejor» que está dispuesta a sustituir tierra por asfalto, a edificar para rellenar espacios y a sacrificar en el altar de la competitividad, el presente más valioso, más escaso e imposible de reproducir: el territorio.
Se puede afirmar que en estos momentos existe un consenso político básico en torno al modelo de desarrollo y esta situación está afectando de forma muy sensible a la sociedad vasca y a la desvertebración del tejido social. Se puede decir que para el gran capital todos esos proyectos son de carácter estratégico, las directrices de ordenación territorial de 1997 ya proponían «un territorio polarizado en todas las capitales; subordinando las comarcas y pueblos al papel de espacios de tránsito, y transformando la práctica totalidad del territorio en suelo edificable u ocupable por infraestructuras». La práctica nos ha enseñado que los sucesivos gobiernos regionales de Hego Euskal Herria (UPN, PNV, CDN, PSE, IU) defienden el mismo modelo de desarrollo, ellos tienen bien claro que proyectos como el TAV, el Superpuerto de Jaizkibel, la Supersur, los transgénicos, la térmicas, las incineradoras… etc son de carácter estratégico y por esa regla de tres para nosotros debería de ser también de carácter estratégico intentar paralizarlos pues esta en juego nuestra propia supervivencia como pueblo.
Sin embargo, por alguna razón que no acierto a comprender, nosotros somos incapaces de lograr ese consenso, no hay mas que ver lo que ha ocurrido con el tema del Atez atez que para una vez que conseguimos ciertas cotas de poder y conseguimos poner en marcha un modelo de gestión de residuos que les desmonta la cacareada necesidad de vertederos e incineradoras, ellos sacan toda su artillería mediática y consiguen llevar el debate a su terreno y logran la oposición frontal de buena parte de los propios votantes de la izquierda abertzale. Tenemos el capitalismo tan incrustado en la piel que el pequeño esfuerzo demandado a los ciudadanos para un bien común, ha sido fácilmente transformado en una cuestión de ataque a la libertad individual. Cuando se pierde la visión de conjunto es fácil dejarse manipular por ese discurso liberal que dice que el puerta a puerta coarta los derechos individuales porque «obliga a los ciudadanos a amoldar sus costumbres y horarios personales a un arbitrario sistema de recogida selectiva asignada a días y horas concretos, condicionando gravemente su vida cotidiana» y olvidarse que con esta apuesta no estaba solo en juego una incineradora, sino todo un modelo de desarrollo.
Los datos que Nekane Jurado nos daba allá por el 2008 eran escalofriantes: Entre 1987 y 2006 una sola generación del PNV ha cementado 3.283 hectáreas de Euskal Herri y a poco que hagamos un análisis somero de esta nueva ley desamortizadora, nos damos cuenta que el Gobierno ha fijado su atención en el comunal para reducir el endeudamiento del Estado, y que una vez que acaben con la personalidad jurídica de las entidades locales menores, los terrenos comunales serán subastados y entregados al mejor postor y que no nos quepa la menor duda de los primeros que pujarán por esas tierras serán las multinacionales de los hidrocarburos que están ansiosas de hincarle el diente para hacer fracking.
La noticia de este nuevo proceso desamortizador es una noticia nefasta que me hace contagiarme del espíritu pesimista decimonónico. La derrota de las Guerras Carlistas y la pérdida del Régimen Foral provocaron que un espíritu de desasosiego y de pesimismo impregnara a la sociedad vasca de esa época, en el fondo sabían que se había perdido mucho mas que la soberanía del territorio, el hundimiento de la sociedad tradicional supuso la aparición del capitalismo como modo de producción dominante y eso provocó una crisis de los valores culturales, el uso incorrecto del castellano suponía una dificultad para la integración como trabajador minimamente cualificado en el nuevo mundo capitalista. Si el retroceso del euskera se había iniciado tiempo atrás, en el siglo XIX se agudizó, a partir de las Constitución de Cádiz el castellano se impuso como lengua de enseñanza y lo que no lograron las leyes lo logró la transformación del paisaje
¿Sabéis como queda el paisaje después de haber utilizado la fractura hidraúlica para sacar gas? Las zonas afectadas por el fracking quedan totalmente arrasadas, donde antes había bosques, hábitats, acuíferos, etc no queda mas que un paisaje dantesco de kilómetros y kilómetros de tierras emponzoñadas junto a balsas de agua contaminada y emanando gases que salen del subsuelo. Contaba Arturo Campión en su libro «El último tamborilero de Erraondo» la historia de Pedro Fermín Izko, hijo del txuntxunero Martín Izko, de quien heredó su txistu y su afición a la música. Un buen día Pedro Fermín emigró a la Argentina como tantos y tantos paisanos suyos en aquellos años para evitar a toda costa servir a Don Carlos o a María Cristina. El caso es que allá estuvo de pastor durante medio siglo, conviviendo con otros pastores euskaldunes, como él. Después de cinco largas décadas Pedro Fermín, en el ocaso de su vida, volvió a su tierra, pero al presentarse en Erraondo no reconoció la vieja estampa del paisaje, todo se había transformado, dudaba de su visión, dudaba de su memoria, dudaba de la realidad de sus sensaciones, veía peñas calvas, cauces secos de arroyos, grupos de flacos chopos torcidos por el noroeste: un campo triste, sin verdor, sin pájaros; un horizonte mustio, de terrosas colinas amarillentas, pero su mayor sorpresa fue el ver que ya nadie le conocía, que el euskera ya no lo hablaban, y que el txistu a aquellos lugareños les sonaba como algo advenedizo…..
Arturo Campión estaba convencido de que la geografía y el paisaje lo determinan todo: la psicología, la moral, la economía, las costumbres y también el idioma. En su obra del tamborilero, el protagonista achaca la causa de la transformación del paisaje de su comarca a las guerras carlistas, guerras extranjeras las llama y dice “Habrán talado los bosques para pagar las deudas» y efectivamente a causa de las guerras carlistas, guerras provocadas para acabar con lo comunal tanto en Euskal Herria como en otros territorios de la Península se pudieron dar las desamortización civiles que originaron una catástrofe ecológica, con destrucción de millones de hectáreas de arbolado autóctono, expansión irracional de la agricultura, demonización del consumo de frutos e hierbas silvestres, declive de la fertilidad de los suelos, reducción de la pluviosidad, desertificación y erosión. Hubo, por tanto, un cambio climático, se hundió la biodiversidad y se crearon espacios casi por completo deforestados, hasta hoy.
Si dejamos que se lleve a cabo este nuevo proyecto desamortizador podemos darnos por jodidos, si dejamos que el ente estatal se apropie de las tierras y sus acuíferos que son de todos y todas, las subaste y las entregue al mejor postor, caerán en manos de las multinacionales de hidrocarburos, de la megamineria, de los transgénicos…etc y eso va a imposibilitar materialmente cualquier proyecto de futuro ¿Que independencia y que socialismo podremos construir en un territorio devastado que será ya incapaz de autoabastecerse y de producir alimentos básicos?