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  • Disparan contra corzos con munición ilegal

    2016-11-03
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    ARGAZKIA: Mikel Arrazola/Irekia

    FOTO: Mikel Arrazola/Irekia

    Tras haber encontrado corzos con heridas de perdigones, la Diputación se ha dirigido a los cazadores que participan en las batidas para recordarles que el uso de este tipo de munición está prohibido y que deben utilizar exclusivamente el cartucho con bala.

    Pues solo faltaba que a los corzos, encima, les disparasen con munición ilegal. Y decimos que solo faltaba eso porque la política cinegética que la Diputación ha implementado en los dos últimos años contra esta especie es, como mínimo, imprudente desde el punto de vista de la conservación de la biodiversidad, y, eso sí, está muy en consonancia con el clientelismo que ha practicado históricamente entre el colectivo de cazadores. Veámoslo…

    Notable impulso a la caza mayor

    • ·       La Orden de Vedas 2015-2016, la del año pasado, estableció que el período hábil para la caza mayor (jabalí y corzo) fuera del 5 de septiembre al 28 de febrero, y los días hábiles, los sábados, los domingos y los festivos.
    • ·       En plena temporada, la Diputación modificó la Orden para que se pudiesen abatir jabalíes y corzos no solo los sábados, domingos y festivos, sino también los jueves, sin que citara estudio científico o informe técnico concreto alguno como base de esa decisión tomada sobre la marcha.
    • ·       No contenta con eso, una vez cerrada la temporada, a lo largo del mes de marzo, la Diputación concedió numerosos permisos excepcionales, a petición de los cazadores.
    • ·       La Orden de Vedas 2015-2016, la de este año, establece que el período hábil para la caza mayor (jabalí y corzo) sea del 3 de septiembre al 2 de abril, un mes largo más que la temporada precedente. Es decir, se normaliza la prórroga del período hábil que la temporada pasada se concedió de facto a través de permisos excepcionales. Y, por supuesto, mantiene los jueves, además de sábados, domingos y festivos, como días hábiles.

    La Diputación justifica este evidente impulso a la caza mayor en Gipuzkoa afirmando que las poblaciones de jabalí y corzo han aumentado considerablemente en los últimas décadas y, en consecuencia, también los daños que causan a plantaciones agrícolas o forestales, «tal y como lo demuestran los seguimientos anuales». ¿Es esto cierto?

     

    FOTO: Mikel Arrazola/Irekia

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    Informes de parte

    ¿Es cierto que las poblaciones de jabalí y corzo han aumentado considerablemente en las últimas décadas y, en consecuencia, también los daños que causan? Globalmente considerado, puede que lo sea, aunque no hay que perder de vista que los informes que maneja la Diputación se elaboran a partir de datos proporcionados por los propios cazadores, es decir, a partir de información de parte. Esto no es algo que digamos nosotros. En el informe foral Situación de la caza mayor tras la finalización de la temporada 2015/2016, puede leerse lo siguiente:«La base de este diagnóstico son, fundamentalmente, los datos de las batidas de caza mayor; se han analizado los índices de abundancia extraídos de los partes de capturas,aportados por todas las cuadrillas» (es decir, las cuadrillas de cazadores que participan en las batidas).

    Pero, incluso dando por buenos estos datos, que, ya decimos, son de parte, y a cualquiera debería sorprenderle que no sean contrastados con otros informes científico-técnicos, constatamos que lo que podría ser válido para el jabalí (insistimos en el matiz: podría) no tiene por qué serlo para el corzo, a pesar de lo cual la Diputación se empeña en incluir ambas especies en el mismo paquete. Veamos esto también…

    Incremento de las capturas sobre una población «estabilizada»

    Según el informe citado, los corzos abatidos en Gipuzkoa durante la temporada 2015/2016 fueron 1.413, un 20% más que los 1.182 de la temporada anterior. En el apartado «Diagnóstico general» se indica, efectivamente, que la población ha experimentado una evolución al alza en las últimas décadas, «si bien en los últimos 4 años se ha estabilizado».

    El informe homólogo correspondiente a la temporada 2014/2015 ni siquiera hablaba de «estabilidad» y decía que (la población de corzos) «en los dos últimos años ha oscilado a la baja, con un descenso del orden del 31%».

    La pregunta es: ¿una población «estabilizada» o incluso «oscilando a la baja» justifica una política de fomento de las capturas como la que la Diputación está promoviendo? Recordamos: el año pasado, un 20% más, según datos oficiales.

    ¿Y los daños? ¿A cuánto ascienden los daños atribuidos a los corzos? La Diputación no ha facilitado datos al respecto. En todo caso, ¿también van en aumento como dice que «demuestran los seguimientos anuales«? La respuesta a esta pregunta la encontramos en el propio informe foral de 2015/2016: «En el año 2015 se tramitaron en Gipuzkoa un total de 15 partes de daños forestales ocasionados por el corzo. Esta cifra es la segunda más baja desde 2001, situándose un 52% por debajo de la media de la serie de datos. La evolución de los daños forestales ocasionados por el corzo sigue una tendencia a la baja a partir de 2008, año en el cual se registró el número máximo de daños y se inició la caza de la especie en todo el territorio. Hasta entonces, la especie se cazaba en zonas concretas».

    FOTO: Mikel Arrazola/Irekia

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    Conclusión

    La Diputación está aplicando al corzo una política cinegética que, en contra de lo que afirma, no se sustenta en sus propios informes, que, ya decimos, están además fundamentados en datos de parte. Eso es lo que nos lleva a afirmar que es una política como mínimo imprudente desde el punto de vista de la biodiversidad y, eso sí, está muy en consonancia con el clientelismo que la Diputación ha practicado históricamente entre el colectivo de cazadores.

    Por eso decimos que solo faltaba que a los corzos, encima, les disparasen con munición ilegal.

    Unas últimas consideraciones

    No nos resistimos a concluir este escrito sin hacer unas últimas consideraciones.

    • La Diputación y la Federacón de Caza hicieron repoblaciones de corzos traídos desde Las Landas. Ahora nos dicen que es preciso «controlar» mediante la caza el crecimiento de su población para reducir los daños que producen. Ya hemos visto que estos daños no son ni mucho menos «crecientes», pero, en todo caso, si son un problema, tendrán que reconocer que ellos mismos han contribuido a crearlo.
    • Parece evidente que, a la hora de aplicar una política cinegética, no cabe meter en el mismo saco a jabalíes y corzos.
    • Que jabalíes y corzos proliferen en nuestros montes más de lo que se considera «conveniente» está directamente relacionado con la desaparición de sus depredadores naturales. Esta es una verdad que, de puro «verdadera» que es, podemos tener tendencia a obviar, pero que conviene recordar de forma explícita, porque alguna consecuencia de ella habrá que sacar.

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