PANDEMIA. UNA OPORTUNIDAD PARA CAMBIAR LA DIRECCION DE LA PESCA
2020-03-26
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Vivimos tiempos difíciles y extraños, como ya unos cuantos lo han explicado claramente. Disponemos ahora mismo de un refugio inigualable desde el que reflexionar sobre nuestro modo de vida y los fundamentos de nuestra economía. Tal y como se nos recuerda constantemente nada volverá a ser igual de aquí en adelante. Sin duda nada será lo mismo, ¿Pero acaso viviremos mejor o peor?
La respuesta a esa pregunta admite tantas variantes como queramos. Desde Ondarroa 12Milia focalizamos nuestra atención en la actividad pesquera y el futuro del sector. En estos tiempos en los que el Gobierno Vasco decide sobre qué hacer con la actividad económica, han subrayado la importancia del Sector Primario una y otra vez. Los alimentos nos son imprescindibles y la labor de los baserritarras y arrantzales ha sido difundida con asiduidad. Sin embargo, la crisis del Coronavirus ha limitado notablemente la actividad de nuestros pescadores. A estos, a quienes ya se encontraban en una grave situación de precariedad, les han sobrevenido condiciones estructurales e infranqueables: En muchas embarcaciones no es posible mantener una distancia mínima y no pueden garantizar una mínima seguridad en la lucha para no contaminarse por el virus. Por otro lado, el mercado del pescado se halla actualmente desdibujado y el baile de precios hace que la propia actividad no resulte rentable.
A tenor de lo que recibimos en los medios de comunicación, y viendo como ha actuado este sector en el pasado sospechamos que la apuesta para salir de esta crisis pasará por esperar a las ayudas que lleguen desde Europa (o la Administración Local). Si esta es la solución la pregunta resulta insoslayable: ¿Para qué necesitamos a la pesca si esta actividad no nos sirve para conseguir alimentos en los momentos en los que más los necesitamos? ¿Para qué mantener este sector con dinero público si no va a cumplir con su función social? ¿Porqué admitir semejante impacto sobre la biodiversidad y el patrimonio natural a una actividad que no resulta estratégica?
Para nosotros la pesca resulta indispensable para la soberanía alimentaria. La preservación de esta actividad le corresponde a la administración, así como la gestión de los empleos relacionados con ella. Sin embargo, tratando de hacer aportaciones al respecto, estas son nuestras propuestas.
Para empezar, la tendencia parece dirigirse a la parada general de la flota y esto en sí mismo puede resultar beneficioso para los pescadores, ya que reducirán su riesgo a contaminarse, así como para las especies de interés comercial, ya que las dejaremos en paz, y, de esta manera, podrán culminar su ciclo natural; el periodo de desove que acontece aquí, en tranquilidad. Sin embargo, para afirmar que esta situación es realmente beneficiosa se debieran de cumplir dos condiciones: Es necesario compensar a los pescadores, como al resto de los trabajadores, y el impacto que tiene esta parada sin pesca sobre las distintas poblaciones de especies debe de ser medido. Las dos condiciones son asumibles, y la administración tiene medios para llevar ambas a cabo.
La segunda opción pasa por asegurar el suministro de pescado. Para ello habría que garantizar el sostenimiento de la actividad, pero de modo controlado y selectivo. Cada semana, por turnos, 2 barcos de cada puerto tendrían la posibilidad de salir a faenar (6 de Gipuzkoa y 6 de Bizkaia). Por supuesto garantizando las condiciones sanitarias de cada tripulación (tests y condiciones de seguridad sanitaria incluidas). De esta manera, se le podría ofrecer la pesca del día a cada cofradía y que esta la pudiera vender a un precio prefijado. Este precio contribuiría a regular el mercado de manera que las pescaderías no obtuvieran ventajas no justificadas. La actividad pesquera debería de estar limitada: respetando las cuotas y los tamaños y ejerciendo la actividad más allá de las 12 millas para no infligir un perjuicio mayor de lo normal a las poblaciones de peces. Las normas podrías ser establecidas y afinadas con criterios científicos y técnicos, respetando la biodiversidad y garantizando el consumo de pescado del día. La administración tiene la capacidad para ello.
Estas no son más que dos propuestas viables, ambas destinadas a afianzar el sentido y la situación de la actividad pesquera. De hecho, si la pesca no ha de cumplir su función social, deberíamos de preguntarnos qué es exactamente lo que estamos fomentando y sosteniendo con dinero público, ya que la pesca es patrimonio natural y su explotación no puede ser justificada más que por el beneficio público.