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  • Eguzki: “La transferencia de las líneas de tren de cercanías ha de llegar con un pan bajo el brazo”

    2024-01-22
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    Fuente: Arizmendi / DV

    Los usuarios y usuarias esperan ante todo que el servicio, hoy muy deteriorado, mejore, y eso pasa por dedicar recursos, dado que durante años se ha invertido muy por debajo de lo exigible

    Ante la, al parecer, inminente o, al menos, próxima transferencia de los servicios ferroviarios de cercanías, Eguzki considera que lo fundamental es que sea un medio para mejorar un servicio cuyo deterioro es manifiesto.

    En este sentido, consideramos que la transferencia ha de llegar con un pan bajo el brazo, como (decían que llegaban) los recién nacidos. Y la metáfora nos parece pertinente porque debe suponer un renacimiento de las líneas de cercanías. Si estas siguiesen funcionando más o menos como hasta ahora, poco viaje sería para unas alforjas acarreadas durante tantos años de bloqueo y desencuentros.

    En otras palabras: la correspondiente valoración económica de la transferencia debe tener en cuenta que el servicio se encuentra en mala situación, como consecuencia, sobre todo, de que durante décadas se ha invertido en él muy por debajo de los mínimos exigibles, y que en los próximos años será preciso hacer cuantiosas inversiones para ponerlo a la altura de lo que requieren los tiempos, es decir, un servicio público de calidad, eficaz y eficiente, competitivo con otros modos de transporte y alternativo a ellos, y socialmente rentable.

    No conocemos la letra pequeña de las negociaciones, lógicamente, pero podemos imaginar que se transferirán las líneas Irun-Brinkola, Abando-Santurtzi,  Abando-Muskiz y Abando-Orduña, así como la Bilbao-Balmaseda. En el caso de que se transfirieran las cercanías o hubiese al menos algún tipo de avance en el tramo alavés entre Miranda y Altsasu, sería una gratísima sorpresa; desde luego, se trata de una reivindicación muy pertinente. En todo caso, son líneas en las que nos encontramos estaciones cerradas o con gravísimos problemas de accesibilidad, en ocasiones incluso simplemente insalvables; cruces de vías en superficie y pasos a nivel peligrosos; supresiones de trenes numerosas por falta de personal, a menudo sin previo aviso; retrasos crónicos; información deficiente; máquinas y vagones antiguos… Estos y otros factores han llevado a la calidad del servicio en algunas de ellas a mínimos históricos, tal y como hemos denunciado en más de una ocasión. ¿Y “esto” es lo que vamos a “heredar”?

    El consejero de Transportes, Iñaki Arriola, consciente, sin duda, de que lo que los usuarios y usuarias esperan de la transferencia es que, ante todo, llegue a suponer una mejora del servicio, ha querido ponerse la venda antes de la herida y se ha apresurado a pedir “paciencia”. Y, vale, que es obvio que la situación no va a mejorar de la noche a la mañana por el mero hecho de que se haya firmado un papel, por muchos años que haya costado hacerlo. Pero los llamamientos a la paciencia deben estar acompañados por una voluntad inequívoca de mejorar, y esa voluntad se refleja en los presupuestos. Hablar de potenciar el transporte público y sostenible –del que, por cierto, el tren de cercanías es probablemente el modelo más acabado– está muy bien, pero solo si se actúa en consecuencia.

    Ya lo estamos oyendo: “Actuamos según las disponibilidades presupuestarias, tampoco hay dinero para todo”. Pero para otras cosas sí lo hay; para el TAV, por ejemplo –ejemplo que sabemos que no le gusta nada a Arriola–, y a espuertas.

    Esto vale para el Gobierno del Estado, que es quien ha tenido hasta ahora la titularidad de las cercanías y, por tanto, la responsabilidad inversora, pero también para el Gobierno Vasco, porque durante todos estos años ha reivindicado la transferencia, de acuerdo, ¿pero cuántas encomiendas a cuenta del Cupo, como las que ha reclamado y asumido para el TAV, ha reclamado y asumido para mejorar las cercanías?

    Claro que el TAV es “estratégico” y el tren convencional, por lo visto, no, o no tanto. Y, sin embargo, es el que utiliza “la gente” todos los días. Por eso desde Eguzki queremos insistir en que la transferencia, más allá de su indudable significado político y, por supuesto, por encima del marketing que ineludiblemente va a acompañarla, llegue con un pan bajo el brazo que posibilite una mejora sustancial del servicio. ¡Que se note!

    EGUZKI, enero de 2024


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