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  • Eguzki pone de manifiesto la importancia ecológica de las graveras del Oria

    2016-07-16
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    La tortuga leprosa ha sido avistada este año por primera vez en las graveras de Tolosa.

    La tortuga leprosa ha sido avistada este año por primera vez en las graveras de Tolosa.

    Eguzki ha solicitado a la Diputación que, durante la época de cría de las aves, señalice y acote las graveras del Oria a su paso por Tolosa. El objetivo es impedir que pescadores, piragüistas u otros usuarios del río, por descuido o desconocimiento, se acerquen demasiado y malogren las polladas de las aves que acostumbran a hacer sus nidos en estos espacios.

    Entre estas aves se encuentra el chorlitejo chico (Charadirus dubius), especie catalogada como “de interés especial” y “vulnerable”, rara en el Oria, y que, sin embargo, en los últimos años nidifica en estas graveras. Precisamente ha sido una situación de peligro real para un nido de chorlitejos que ha tenido lugar esta primavera la que ha llevado a Eguzki a realizar esta solicitud.

     

    Un chorlitejo chico con sus polluelos en una gravera.

    Un chorlitejo chico con sus polluelos en una gravera.

    La organización pide también a la Diputación que los guardas hagan un seguimiento de las puestas, para facilitar que salgan adelante, y también de la presencia del galápago leproso (Mauremys leprosa), otra especie catalogada como vulnerable y avistada este año por primera vez en esta zona del río.

    En opinión de Eguzki, la presencia de estas especies es un síntoma de la transformación que el río ha experimentado en las últimas décadas. “Afortunadamente –indican los miembros del grupo–, y a pesar de que todavía queda mucho por hacer, desde completar de una vez la red de saneamiento, que sigue acumulando retrasos, hasta eliminar presas, que tanto daño hacen a la fauna piscícola, la vida renace en los ríos a poco que se le dé ocasión, y el Oria a su paso por Tolosa es un buen ejemplo de ello”.

    ¡Ojo con las “limpiezas” y dragados!

     

    Las graveras tienen un notable valor ecológico; no son meros amontonamientos de piedras.

    Las graveras tienen un notable valor ecológico; no son meros amontonamientos de piedras.

    La organización ecologista estima que la presencia de estas especies, que se pueden considerar como indicadores de calidad ambiental, debería hacer reflexionar también “a algunos tolosarras que solo ven en el río ‘maleza y suciedad’, y piden a gritos al Ayuntamiento que lo limpie todo cuanto antes, dejándolo como si fuese un canal. Nunca se insistirá lo bastante en que una cosa es limpiar el río y otra muy distinta despojarlo de vida. Limpiar el río consiste en eliminar las basuras antrópicas (señales de tráfico, carritos de la compra, tubos, plásticos de todo tipo…) y las especies invasoras (la fallopia, la buddleja…). Pero, si eliminas también la vegetación autóctona espontánea, entonces ya no estás limpiando, sino que estás ahogando la vida, porque esta vegetación oxigena el río, evita que el agua se caliente en exceso y, además, sirve de refugio y lugar de anidada para aves y peces. El mismo razonamiento sirve para los áridos: una cosa es eliminar puntualmente escombros y otra es eliminar las piedras fruto del acarreo natural de las aguas (las graveras en las que anidan el chorlitejo y otras especies), promoviendo dragados supuestamente para combatir las inundaciones que, además, a la postre, se revelan completamente inútiles”.

    “La perspectiva que nos ofrece comparar aquel río sin vida que conocimos hace poco más de treinta años, con aquellas espumas tan características de las papeleras, y el actual, en el que se reproducen especies que podemos considerar indicadores de calidad ambiental, debería ayudar al Ayuntamiento, a la Diputación, a URA y a la ciudadanía en general a que sus intervenciones sobre el Oria fuesen las más respetuosas con el medio ambiente”, concluye Eguzki.

     


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