Es de suponer que con el cambio climático se repetirán las funestas consecuencias que originó la pertinaz sequía que padecimos entre 1989 y 1990. Entre esas consecuencias debemos incluir los numerosos incendios que se declararon en el Bajo Deba y las brutales restricciones de agua que se debieron adoptar en Ermua y Eibar, que dejaron en evidencia la poca eficiencia de las previsiones que se habían tomado para el abastecimiento de agua potable de estas localidades. En el caso de Eibar, el embalse de Aixola resultó prácticamente inútil para abastecer a su población, y la calidad de sus menguadas aguas resultó alarmante.
Mientras tanto, en los pueblos vecinos del Bajo Deba que se localizan entre Eibar y el mar las restricciones no fueron tan radicales, con lo que los eibarreses que podían se trasladaban a ellos para ducharse y lavar la ropa. En conclusión, un incómodo periodo que hizo reflexionar a muchos habitantes del Bajo Deba sobre el verdadero valor del AGUA. Y ahora que parece que estamos irremisiblemente avocados a repetir esta dramática situación de una manera cíclica o permanente, sería lógico preguntarnos sobre las medidas que se han adoptado desde entonces para asegurar el abastecimiento de los municipios del Bajo Deba en situaciones tan adversas.
En el caso del sector del Bajo Deba más cercano a la costa, inmediatamente después de la sequía de 1989-1990 su sistema de abastecimiento de aguas cambió notablemente, ya que en 1991 se inauguró la estación de tratamiento de aguas de Mendaro que capta las aguas subterráneas del Kilimon para el abastecimiento de los municipios de Elgoibar, Mendaro, Mutriku y Deba. Además, para épocas de estiaje esta captación dispone del aporte adicional de tres pozos de hasta 150 metros de profundidad, que pueden bombear el agua subterránea acumulada por debajo del nivel freático e, incluso, por debajo del nivel del mar. En años posteriores se captaron las otras dos principales surgencias o manantiales de Mendaro para complementar la del Kilimon.
Ante tales previsiones parece lógico que los 4 últimos municipios del Bajo Deba puedan sentirse optimistas de cara al futuro, y más teniendo en cuenta que su población conjunta es inferior a la que se concentra en la vecina localidad de Eibar. Pero no podemos pasar por alto que en estos 4 municipios se han creado varios polígonos industriales durante estas últimas décadas y que en Mendaro se localiza el hospital comarcal, lo que exige un importante suministro adicional de agua. En realidad podemos deducir que la abundancia de agua en estos municipios está contribuyendo a su desarrollo. Por si fuera poco, esta abundancia de agua no la deben a la creación de grandes infraestructuras o embalses, sino a que la providencia ha querido que entre Mendaro y el mar surjan a orillas del río Deba los 5 principales manantiales que avenan las aguas subterráneas del karst o macizo calizo de Izarraitz.
Dentro de la frenética actividad de campo que nos ha obligado a llevar cabo nuestra campaña de publicaciones, hemos podido comprobar sobre el terreno el deplorable estado en el que se encuentran actualmente nuestros karsts; y sólo a nivel de sus aguas subterráneas, podemos calificar su situación como crítica. De poco han servido el perímetro de protección de los sistemas hidrogeológicos del Kilimon y Mala que se estableció en 1997, las denuncias de vertidos de basuras y cadáveres de animales en rincones y cavidades del karst, los artículos publicados pidiendo su protección e, incluso, su inclusión dentro del Geoparque de la Costa Vasca. En la práctica tres son los mayores enemigos del karst y, por ende, de las aguas subterráneas: la explotación forestal, sobre todo de coníferas, que conlleva la destrucción de los lapiaces y el sustrato que los recubre por la apertura de pistas forestales y la acentuación de la erosión; el vertido de basuras y despojos de animales que contaminan las aguas subterráneas; y la explotación o, mejor dicho, la destrucción integral de las calizas del karst por canteras. Desgraciadamente, en el caso del karst de Izarraitz la actividad de las canteras del valle ciego de Lastur, junto al caserío Ugarteberri, está destruyendo tal volumen de calizas que en nuestra opinión ya han producido daños irreversibles en los sistemas hidrogeológicos de Tantorta y Kilimon; y mucho nos tememos que de seguir así corre peligro el abastecimiento de los 4 últimos municipios del Bajo Deba en un futuro próximo. Paradójicamente, lejos de cuestionarse la actividad de estas canteras, en 2011 presentaron un plan para la ampliación inmisericorde de las mismas bajo el título de “PLAN ESPECIAL DEL AMBITO CANTERABLE DE LA ORDENACIÓN DE LAS CANTERAS DUQUESA Y URKULU”; todo un eufemismo que en opinión de algunos sólo buscaba una mayor producción para abastecer la previsible gran demanda que provocaría la construcción del futuro puerto exterior de Pasajes. Cuando en 2017 leímos este “plan especial” nos encontramos con que en él se obvian todos los estudios sobre las aguas subterráneas de la zona, que mayoritariamente ya aparecen en el libro “Estudio hidrogeológico del karst de Izarraitz”, publicado por el Grupo Espeleológico Leizarpe en 1993; y se incumple flagrantemente la Directiva Marco del Agua (DMA) que constituye el marco al que se ajustan las leyes europeas del Agua. En esta Directiva aparecen como objetivos prioritarios para las Planificaciones hidrológicas los de conservación y recuperación del buen estado de las masas de agua, así como que el medio ambiente tiene que ser la principal referencia de su contenido.
También, a nuestro entender y ateniéndonos a las DISPOSICIONES NORMATIVAS DEL PLAN HIDROLÓGICO DE LA PARTE ESPAÑOLA DE LA DEMARCACIÓN HIDROGRÁFICA DEL CANTÁBRICO ORIENTAL, el sistema hidrogeológico de Tantorta, cuya línea de circulación principal pasa por debajo de las canteras de Lastur, debe disponer de un perímetro de protección claramente delimitado, ya que según el CAPÍTULO I (artículo 8) las zonas o masas en las que se realiza una captación de agua destinada al consumo humano, siempre que proporcione un volumen diario de al menos 10 metros cúbicos o abastezca a más de 50 personas, deben incluirse en el Registro de Zonas Protegidas, así como sus perímetros de protección delimitados. En el caso de la surgencia de Tantorta no debemos olvidarnos de que sus aguas están captadas desde 2006 para el abastecimiento de la localidad de Itziar.
Más adelante, en la SECCIÓN III, capítulo 48. Zonas de captación de agua para abastecimiento, podemos leer literalmente: “1. Todas las captaciones destinadas a consumo humano incluidas en el Registro de Zonas Protegidas deberán disponer de su correspondiente perímetro de protección donde se delimiten las áreas a proteger, las medidas de control y se regulen los usos del suelo y las actividades a desarrollar en los mismos para evitar las afecciones a la cantidad y calidad del agua de las captaciones”. En resumen, a poco que revisemos la Normativa sobre el Agua nos parece del todo inviable la actividad de una macrocantera en el corazón del karst de Izarraitz, en medio de sus tres principales circulaciones subterráneas. En el caso del sistema hidrogeológico de Tantorta echamos en falta su pertinente “perímetro de protección” que en teoría debe estar elaborado, y las medidas y regulaciones previstas para evitar la contaminación y merma de sus aguas, que sin lugar a dudas están provocando las canteras de Lastur.
Para terminar nuestra exposición, debemos apuntar la referencia que se hace en ese “plan especial” para la ampliación de las canteras de Lastur a su explotación subterránea, con técnicas de minería, que nos sabemos si facilita la extracción de bloques, pero sí que hace totalmente invisible la destrucción de la masa caliza del karst de Izarraitz y de todo lo que contiene, así como su verdadera dimensión. Si tenemos en cuenta que las aguas subterráneas de Izarraitz son el conjunto de todos los volúmenes de agua que albergan la infinidad de oquedades, grietas y fisuras existentes en el interior de las calizas que forman sus montes, no creemos que el vaciado de estos montes por medio de canteras interiores contribuya a la conservación de sus aguas subterráneas.
Nos encontramos en un momento en que los municipios enclavados en los karsts de Arno e Izarraitz deben decidir sobre las formas más idóneas de uso de sus recursos, olvidándose de unas formas de explotación depredadoras y destructivas como pueden ser las canteras o la explotación forestal clásica. Para ello deberán apostar por un uso de los recursos del karst sostenible y encaminado a la protección de los mismos. A su vez, también deberán priorizar sobre los recursos que ofrezcan un mayor interés, y dado el cambio climático en el que nos hayamos inmersos, el uso adecuado de sus aguas subterráneas y su conservación nos parece que deberían ser los objetivos prioritarios de los gestores del karst. También el desarrollo de la ruta del karst que aparece recogido en el proyecto del Geoparque de la Costa Vasca contribuiría a dar a conocer los valores de los karsts de Arno e Izarraitz y a potenciar su conservación, a la vez que se impulsaría la industria turística de la zona.
Para los que deseen más información pueden descargarse libremente todos los libros que aparecen mencionados en este artículo en los blogs de los espeleólogos de Elgoibar:
espeleoizarraitz.blogspot.com y leizarpe.blogspot.com