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Eguzki considera positivos los pasos anunciados por la Mancomunidad de Lea-Artibai para incrementar la recogida selectiva de residuos, pero constata que llegan con mucho retraso

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Coincidiendo con la finalización del contrato de la empresa que gestiona actualmente la recogida de residuos sólidos urbanos en Lea-Artibai, los municipios que integran esta Mancomunidad se disponen a dar pasos de cara a aumentar los porcentajes de recogida selectiva. Reconocemos que, en general, tienen una importante conciencia medioambiental, pero, si se disponen a dar pasos en este ámbito, lo hacen porque les obliga a ello la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, que incorpora las estipulaciones de la Directiva (UE) 2018/851. Vamos que es “cosa de Bruselas”, por decirlo así.


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Coincidiendo con la finalización del contrato de la empresa que gestiona actualmente la recogida de residuos sólidos urbanos en Lea-Artibai, los municipios que integran esta Mancomunidad se disponen a dar pasos de cara a aumentar los porcentajes de recogida selectiva. Reconocemos que, en general, tienen una importante conciencia medioambiental, pero, si se disponen a dar pasos en este ámbito, lo hacen porque les obliga a ello la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, que incorpora las estipulaciones de la Directiva (UE) 2018/851. Vamos que es “cosa de Bruselas”, por decirlo así.

De hecho, Lea-Artibai va ya tarde, muy tarde, porque la Ley estipula que el porcentaje de recogida selectiva, “como mínimo”, ha de alcanzar el 55% para 2025, el 60% para 2030 y el 65% para 2035. ¿Y qué porcentaje recoge la Mancomunidad en la actualidad? Pues el 43,6% (1). Es decir, es ya un hecho que va a incumplir el objetivo del 55% para 2025.

La Mancomunidad tiene intención de implantar un sistema en virtud del cual, en adelante, haga falta tarjeta para abrir el contenedor del rechazo (2), al que solo se podrán arrojar residuos durante equis días a la semana. La recogida en bares y comercios se haría mediante el sistema puerta a puerta.

Desde EGUZKI, valoramos positivamente los pasos anunciados por la Mancomunidad, a pesar de que, como hemos visto, llegan tarde. Eso sí:

– Esperamos que se implementen cuanto antes para que la demora en el cumplimiento del objetivo del 55% sea la menor posible y, sobre todo, con visión de futuro, para que no volvamos a las andadas cuando haya que afrontar el reto del 60% para 2030, que tampoco está tan lejos (3).

– Abogamos por que la implantación del nuevo sistema vaya acompañada por una amplia campaña de información a la ciudadanía. No solo para explicar el funcionamiento de la tarjeta o los días y horarios de apertura de los contenedores, sino también las implicaciones que tiene recoger selectivamente o no. Hablamos de las implicaciones para el medio ambiente, por supuesto, pero también para las arcas públicas y, ojo, cada vez más para los bolsillos de cada uno y cada una (4).

Como hemos dicho en más de una ocasión, cumplir los mínimos de recogida selectiva viene a ser algo así como la prueba del algodón de las políticas ambientales. Estas no se limitan a los residuos sólidos urbanos, lógicamente, pero si en algo tan básico no se cumplen esos mínimos, cualquier discurso sobre el compromiso con el desarrollo sostenible, la crisis climática y demás carece de verosimilitud.

EGUZKI, octubre de 2024

(1)   43,6% es el dato correspondiente a 2023, el último disponible, pero nada hace pensar que el de 2024 vaya a ser sustancialmente diferente, punto arriba, punto abajo. Es decir, el incumplimiento del objetivo del 55% para 2025 es un hecho. Quizá haya quien quiera quitarle gravedad o relativizarlo, porque, la verdad, el incumplimiento va a ser generalizado y, de hecho, comparativamente, el porcentaje de recogida selectiva de Lea-Artibai es superior a otros. Es más, en el Informe 2023 del Observatorio de Residuos puede leerse que “Lea-Artibai es la comarca con mejor ratio de recogida selectiva en Bizkaia”. Pero obsérvese la diferencia entre el 43,6% y el 55%. Es decir, no va a incumplir el objetivo por un par de puntos, no va a ser un “suspenso alto”, sino un suspenso como una catedral. Que otros también vayan a suspender, incluso más escandalosamente aún, no debería ser ningún consuelo.

(2)  Al contenedor gris se le llama de rechazo porque, en principio, debería recoger solo aquellos residuos que no se pueden depositar en el resto de contenedores, por no ser reciclables. Lo cierto es que, hoy por hoy, no solo recoge el rechazo, sino fundamentalmente todo tipo de residuos mezclados, reciclables o no.

(3)  El sistema de contenedores, por el que ha optado la Mancomunidad, ha demostrado que, debidamente gestionado, puede dar buenos resultados y, además, el margen de mejora en Lea-Artibai es de tal calibre que no tenemos nada que objetar. Ahora bien, recordamos que el sistema puerta a puerta es, sin la menor duda, el que mejores resultados proporciona, y creemos que la Mancomunidad y los municipios que la integran no deberían cerrarse a explorar su implantación.

(4)  La nueva Ley establece que, a partir de ahora, el servicio de recogida y gestión de los residuos municipales no podrá ser deficitario, como hasta ahora, y deberá ser sufragado al 100% exclusivamente a través de las tasas, que, de hecho, están experimentando notables incrementos en prácticamente todos los municipios del Estado. La Ley establece también que, paulatinamente, han de implantarse sistemas de Pago por Generación, es decir, quien más genera más paga. Y es lógico, porque, además de antiecológico, es injusto que quienes depositan separadamente sus residuos sigan subvencionando con su esfuerzo y su dinero a quienes no lo hacen. Hay que tener en cuenta que no separar los residuos y depositarlos mezclados en los contenedores implica, además de despilfarrar materiales y contaminar más, encarecer notablemente su tratamiento. Eso se refleja actualmente en las arcas públicas. A menor recogida separada, menos ingresos por materiales recuperables, por una parte, y, por otra, mayores costes de gestión. Baste pensar que los ayuntamientos están pagando 90 euros por tonelada de residuos mezclados que lleven a la incineradora y 50 por tonelada de orgánico. Pero, en la medida en que se implanten los sistemas de Pago por Generación, ese sobrecoste, que ahora se nota solo en el bolsillo colectivo y, por tanto, parece que no se nota tanto, debería notarse también en los bolsillos de cada uno y cada una.

 


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