Medio Ambiente ha registrado 449 avisos por vertidos en Bizkaia en cuatro años

2018.Ranpan txalupa margotzen

La Agencia Vasca del Agua (URA) ha tenido constancia de 449 avisos por vertidos “anómalos” en Bizkaia desde 2017 hasta finales de septiembre de 2020. 136 de ellos se han producido en lo que va de año. 218 de las actuaciones en este cuatrienio han tenido la catalogación de “relevantes” por su especial “afección al medio acuático” y siete de ellas han concluido con expedientes sancionadores.

Estos datos han sido facilitados al Parlamento por la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Arantxa Tapia, en respuesta a sendas solicitudes información de los representantes de EH Bildu y Elkarrekin Podemos-IU Mikel Otero e Iñigo Martínez.

La evolución anual de actuaciones de URA no ha variado en exceso: 165 avisos en 2017, 176 en 2018, 172 en 2019 y, a falta de un trimestre completo, 136 en 2020. En cuanto a los “avisos relevantes”, todo apunta a que en 2020 se empeorarán las cifras del pasado ejercicio. Habían sido 41 vertidos de importancia hasta septiembre por 48 de todo 2019. En los años anteriores hubo 64 y 65.

Explica Tapia que “una vez detectado un vertido no autorizado, en el caso de que se identifique al responsable o al posible responsable, se abre una investigación para esclarecer los hechos”. Desde 2018, solamente teniendo en cuenta las incidencias “relevantes”, URA ha tenido que emitir 22 requerimientos a varios ayuntamientos y al consorcio de aguas de Busturialdea, que sale a advertencia anual. Siete de esas actuaciones han acabado en sanción, que ha recaído en los ayuntamientos de Sopela, Arantzazu y Mungia en 2018 y Galdakao, Berango, Erandio y Trapagaran en 2019.

Muchas de estas denuncias por vertidos han sido realizadas por nuestra organización. Que a la vista de estas cifras nos duele más si cabe, el esfuerzo  muchas veces en vano realizado por nosotras, así como por otras asociaciones y población en general.

Es evidente que si en Bizkaia, de 449 avisos por vertidos, muchos de ellos considerados como muy graves, solo se han llegado a sancionar siete de ellos, es que algo está fallando. Que mientras la gente se está implicando cada vez más en la defensa del medio ambiente, las instituciones están mirando al cielo a ver si llueve. Por no emplear otros calificativos

Desde EGUZKI seguiremos en nuestra labor de denuncia de estas actuaciones, y hacemos un llamamiento a que la gente siga implicándose sin desesperación. Que es mucho lo que está en juego, el futuro de todas y todos, así como de próximas generaciones.

 

La ballena vasca esta desapareciendo: solo quedan 356 ejemplares

Euskal baleakEsta ballena, también era conocida por otros nombres, como Ballena Sarda, Balena Biscayensis, Ballena Franca …, aunque hay autores que las diferencian.

La ballena que se acercaba a nuestras costas, tenía unas características propias, como su gran cabeza con unos ojos pequeños y una mandíbula muy curvada. El color más común, era el negro, a pesar de que también solían tener unas manchas blancas en el vientre y cerca de las barbas. Carecía de aleta dorsal y tenía, más o menos, 270 barbas. Solía medir unos 15 metros y pesaba 60 toneladas.

Generalmente nadaban en grupo, y poseían un vínculo familiar muy fuerte (factor que no pasó desapercibido a los arrantzales), por ello, en caso de ser posible, se prefería herir primero a las crías, ya que la madre nunca la abandonaría, y el macho a su vez tampoco desampararía a su hembra.

Había otro motivo que las hacía atractivas, y es que aguantaban una hora bajo el agua y nadaban muy cerca de la superficie. Su respiración era tan fuerte que se veía fácilmente a distancia. Pero, sobre todo, porque al morir salían a flote no hundiéndose como lo hacían otras especies marinas.

Antiguamente era común a ambos lados del Atlántico Norte, extendiéndose su área de presencia desde las islas Bahamas hasta Canadá y Groenlandia por el oeste, y desde las costas del Sáhara Occidental hasta Islandia, Noruega e islas Svalbard por el este. Actualmente, su presencia es regular únicamente en el Atlántico Noroeste, mientras que en el Atlántico Noreste existen muy escasas citas en los últimos años.

En el Atlántico Nordeste los primeros registros de caza de ballenas francas corresponden al Golfo de Vizcaya durante el siglo XI. Se capturaban decenas de ballenas cada año hasta 1650 y a lo largo de todo el siglo XVIII en que se produjo un notable descenso.

En el Cantábrico se llegaban a contabilizar unas tres capturas por año y puerto, durante la segunda mitad del siglo XVI y primeros años del XVII. En la primera mitad del siglo XVII este valor cayó hasta 0,5 ballenas por año y puerto.

Los arrantzales vascos, a bordo de primitivos barcos de remo, perseguían y daban muerte a estas ballenas, hasta el extremo de que entre los siglos XI y XVI su captura y la transformación y venta de los productos obtenidos de ellas constituían la principal industria de todo el litoral vasco. A ello se debe el que Getaria, Mutriku, Hondarribia, Ondarroa y otros pueblos tengan la ballena en su escudo.

En los puertos vascos se detectó un descenso continuado de capturas a lo largo de los tres últimos siglos de explotación. En el norte de Europa todavía se capturaron entre 134 y 137 ballenas francas desde 1900 hasta 1937.

Se diferenciaba entre una ballena joven y una vieja. La primera, propo rcionaba carne y la segunda, se utilizaba para obtener grasa.

En la pesca de bajura, una vez muerta la ballena, ésta solía salir a la superficie, en un cua rto de hora. Una vez a flote, se arrastraba la ballena hasta la playa o la rampa del puerto aprovechando la pleamar, así cuando bajaba la marea, quedaba el cetáceo en seco y se izaba, para que al volver a subir la marea no se la llevara.

Lo primero que se hacía con la ballena era desollarla, luego se troceaba, se licuaba la grasa y por último, se limpiaba el aceite.

La ballena no se consumía en Euskal Herria, se exportaba y se comerciaba con ella. La lengua, considerada como un manjar exquisito, se enviaba a altos dignatarios y con frecuencia a Francia. El aceite también se exportaba al país vecino, ya que debido a la escasez de olivos, había déficit de aceite para el alumbrado. La grasa iba, sobre todo, a España, Inglaterra y Holanda.

Del gran cetáceo, se aprovechaba todo:

  • la grasa también se empleaba en cosmética (siendo muy apreciado para este menester en Francia) y medicamentos (en concreto para aliviar dolores de estómago)
  • las barbas, eran utilizadas en corsetería (todavía hoy se habla de las ballenas en vestidos, corsés …), para fabricar sombrillas
  • los huesos, para la fabricación de muebles, en la construcción, joyas …
  • el esperma, muy cotizado para elaborar ungüentos

Actualmente no existe una población estable en el Atlántico nororiental y los animales observados en las últimas décadas podrían proceder del oeste del Atlántico. Por ello, la población oriental de la especie se considera extinguida. No obstante, ha habido diversos avistamientos desde 1960, en concreto en Estaca de Bares (A Coruña, 1993), Cabo San Vicente (Portugal, 1995) y Canarias (varias localidades en La Gomera y Tenerife, 1995).

Selecciona aguas poco profundas cercanas a la costa en bahías y penínsulas. A lo largo de su ciclo anual ocupa dos tipos de hábitats; en verano, se desplaza hacia aguas frías del Atlántico norte ricas en zooplancton; en invierno, las hembras preñadas emigran hacia aguas subtropicales y allí tienen lugar los partos. Se alimentan de copépodos calanoides y otros pequeños invertebrados (copépodos pequeños, krill, terópodos y larvas de percebes). En relación a la reproducción, las primeras gestaciones se producen a partir de los nueve o diez años de edad. Éstas duran aproximadamente un año. El intervalo entre los nacimientos parece haber aumentado en los últimos años y ahora los promedios son de tres a seis años.

FACTORES CAUSANTES DE SU DESAPARICIÓN

El declive poblacional de la especie se produjo por la captura masiva de ejemplares para su aprovechamiento. Actualmente, la pesca de esta especie está prohibida en todo el mundo.

La mayor amenaza actual es la muerte por lesiones al quedar enmallada en redes de pesca, así como por colisiones con barcos y las hélices de sus motores. Otros factores que afectan a su éxito reproductivo son su baja diversidad genética, la escasa disponibilidad de alimento y la ingestión de materiales no naturales confundidos con alimento, los contaminantes químicos y las biotoxinas.