Albistea

  • Biodibertsitatea eta berrikuntza falta

    2008-06-30
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    La percepción global es que las autoridades medioambientales forales no han apostado por desarrollar el autogobierno y las competencias con que se les dotó en materia de gestión del medio natural y biodiversidad.

    Iñaki Azkarate, director de Munibe (ciencias naturales). Revista cientificia de la sociedad de ciencias Aranzadi.

    bioHan pasado 16 años desde la aprobación en Bruselas de la Directiva Hábitats, la cual consagra la Red Natura 2000, ámbito sobre el que pivota la conservación de las áreas y especies protegidas de elevado interés ecológico del continente europeo. Natura 2000 constituye un marco de protección real del territorio no equiparable a ningún otro instrumento jurídico, pudiendo ser calificada como el mayor logro en la gestión pública del territorio en Europa. No obstante, en materia de Biodiversidad, es decir, de gestión de especies de la fauna y flora salvajes, de hábitats y paisajes naturales, de la Red de Espacios Naturales Protegidos vascos (Parques Naturales, Biotopos Protegidos), de la Red Natura 2000… en Gipuzkoa no se avanza.

    A estas alturas pocos dudan de que se debe garantizar que los hábitats forestales y fluviales de Gipuzkoa alberguen especies como gato montés, nutria, visón europeo, desmán del Pirineo, pito real, alimoche, gavilán, becada, salmón… Esta presencia se dará solamente en biotopos dotados de un buen estado de conservación. Así, en un bosque no solo es necesaria la presencia de árboles, sino que debe existir también una complejidad estructural y espacial basada en la presencia de un dosel de árboles de diferente tamaño y edad, madera muerta en diferente estado de pudrición, especies de fauna y flora salvajes con poblaciones estables, complejas e interrelacionadas…

    Por otro lado, si analizamos los principales indicadores económicos y sociales del territorio, o incluso el propio Plan de Gestión 2007-2011. Diputación Foral de Gipuzkoa, podremos observar que estamos cerca de estándares de gestión europeos en distintas materias, incluso superándolos con creces en otros.

    Basándonos en información obtenida de Gaindegia, Observatorio para el desarrollo socio-económico de Euskal Herria, se puede interpretar que la gestión de las instituciones forales ha sido acertada en poner a Gipuzkoa en la dirección correcta en diversas áreas estratégicas, alcanzando altos niveles de innovación y avances en distintos ámbitos de gestión pública o privada: proyectos I+D+i en energías renovables, sector biomédico, polos de innovación industrial, producto interior bruto por habitante, oferta cultural, recursos humanos en ciencia y tecnología, sociedad de la información…

    Sin embargo, en lo que respecta a la gestión de la biodiversidad y de la conservación del medio natural no se advierte un progreso similar, pareciendo no participar de esta innovación. Podríamos decir que se encuentra en regresión, o anclada en el pasado, no ofreciendo a la sociedad los avances sustanciales que ésta demanda y, lo que es peor, se halla sin posibilidades de innovación si atendemos a su agenda y esquema actuales.

    Competencias no desarrolladas y renuncia foral. Recién entrado el siglo XXI, pudimos celebrar los 100 años de la creación del Servicio Forestal de Gipuzkoa. Pues bien, desde que surgió dicho Servicio, sus contenidos, logros y su propio organigrama interno básico no ha evolucionado, ni se han producido adaptaciones en consonancia con los avances europeos e internacionales en gestión de áreas y especies protegidas.

    Baste con recordar la labor de anteriores directores generales como Julián Unanue o José María Aldanondo, responsables en esta materia en Gipuzkoa, la cual no destacó precisamente por constituir una gestión activa en materia de conservación del medio natural y de las áreas protegidas.

    Aunque quizás sí fue referente durante algunos años en algunos ámbitos de gestión, en materia de conservación de la biodiversidad, actualmente Gipuzkoa no puede constituirse en ejemplo hacia el exterior.

    En este sentido, cada son más las voces que parten de la sociedad civil y que exigen una posición pública mucho más activa en los mecanismos de gestión a aplicar en biodiversidad y en los espacios Natura 2000: universidades, centros de investigación, empresas consultoras, cargos electos y funcionarios locales, forales y gubernamentales de medio ambiente, movimientos ecologistas, agentes sociales.

    Sin ir más lejos, los cambios en materia jurídica no se están produciendo dentro, sino fuera de Gipuzkoa y de Euskal Herria. Ejemplo de ello son la Directiva europea de Hábitats (1992) y la reciente Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad (2007), promovida por el anterior ministerio estatal de Medio Ambiente.

    La percepción global que se desprende de lo expuesto es que las autoridades medioambientales forales no han apostado por desarrollar el autogobierno y las competencias con que se les dotó en materia de gestión del medio natural y biodiversidad. Ante ello, se dibujan dos opciones: (1) Renuncia foral a esas competencias, tramitando la devolución al Gobierno Vasco para su desarrollo efectivo; o (2) Traspaso de esas competencias a las entidades locales, con su correspondiente modelo de financiación incluido.

    Como otra muestra de la situación en que se encuentra nuestra Administración medioambiental sirva el ejemplo de la marcha de capital humano con amplios niveles de experiencia: Iñaki Aizpuru, jefe de la Unidad de Parques Naturales de la DFG, quien se ha encontrado con un escenario de inmovilismo «construido» durante años, con escasos recursos humanos y financieros, y donde se ha convertido en imposible gestionar la biodiversidad.

    Cambio de gestión de los montes públicos. Leitzaran, Jaizkibel, Irisasi, Adarra-Mandoegi… Estos cordales y montes de utilidad pública, junto con varias decenas más, se hallan ocupados todavía por vastas extensiones de cultivos madereros exóticos, que les convierten en áreas ecológicamente degradadas y de escasa relevancia desde el punto de vista de la biodiversidad.

    Por otro lado, el 20% del territorio de Gipuzkoa se soporta sobre suelos de titularidad comunal o pública. Precisamente, estos suelos deben constituir la referencia y el sustrato inicial donde se produzcan los cambios que demanda la legislación vigente y una sociedad avanzada como la nuestra. Cambios en la gestión del medio natural, en la normativa vigente, en el escenario europeo e internacional… que palien la pérdida de biodiversidad, fenómeno éste de reconocimiento unánime.

    Gipuzkoa requiere de políticas gubernamentales activas en materia de conservación del medio natural, potenciando así unos niveles altos de biodiversidad y un estado de conservación favorable en toda la Red Natura 2000, es decir, en los 18 Lugares de Importancia Comunitaria (LICs) que se han identificado, propuesto y aprobado por la Unión Europea: Ernio-Gatzume, Aralar, Izarraitz, Arno, Aizkorri-Altzania, Pagoeta, Aiako Harria, etc.

    La situación actual admite pocas dudas. Hace falta caminar de forma valiente hacia escenarios de eliminación progresiva de la producción maderera en los 88 montes catalogados de utilidad pública de Gipuzkoa y en general en los suelos de titularidad foral, municipal o mancomunada; con la generación de empleo de calidad y de productos y servicios de alto valor añadido en áreas protegidas, y no sólo de puestos de trabajo en el sector forestal mal remunerados, en donde se concentra una mano de obra de baja cualificación.

    Como medida de acompañamiento, el modelo de financiación foral de los municipios debe modificarse, para evitar que «dependan» de ingresos provenientes de cultivos y explotaciones forestales comunales producidos a costa de dañar la biodiversidad.

    Las Administraciones tienen en la implantación y gestión de la Red Natura 2000 un reto importante a afrontar. Aunque también es verdad que una gran parte de la biodiversidad se sitúa fuera de esos lugares, de ahí la importancia de dotar de seguridad jurídica a la conectividad y al desarrollo de los corredores ecológicos ya definidos. Asimismo, se debe incorporar una amplia gama de instrumentos de revisión de políticas sectoriales (forestal, pastos, caza y pesca, agroganadera), desde la perspectiva de la biodiversidad. Así, en gestión forestal en suelos públicos y comunales se ha de avanzar forzosamente hacia escenarios de bosques naturales, maduros y con altos niveles de biodiversidad y complejidad forestal. También, se debe evitar y corregir la fragmentación y simplificación de hábitats naturales.

    Finalmente, la sociedad de Gipuzkoa debe estar atenta a próximos cambios estructurales e iniciativas en esta dirección. Así, solo cabe animar a la DFG y a su nuevo director general de Montes y Medio Natural, quien gestiona los Servicios de Montes y Gestión de Hábitats, y de Fauna y Flora Silvestre, a sumarse como factor altamente activo en la aprobación y desarrollo de la Estrategia de la Biodiversidad de la CAPV, en fase de redacción, marco donde se construirá una verdadera innovación en la gestión de la biodiversidad en Euskal Herria, y también en Gipuzkoa.


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