Albistea

  • ¿Son “sostenibles” las Fiestas Sanfermineras?

    2008-07-08
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    Lurra/ navarra-verde.com 2008.07.06 En los últimos 25 años se han trasformado las Fiestas de Iruñea de forma tan evidente que cualquier semejanza con el pasado resulta imposible. En ese tiempo, las costumbres de la ciudadanía han evolucionado a la par que la bonanza económica y esto se hace patente en el derroche generalizado y sobre todo en la cantidad ingente de basuras que se generan.

    Durante 2007 los servicios de limpieza del Ayuntamiento recogieron 1.204 toneladas de basuras, la mayor parte de ellas, 505 toneladas, fueron retiradas por los sistemas de barrido de la ciudad. 322,5 toneladas en contenedores y las 376,729 toneladas restantes fueron de vidrio. Aunque este año el Ayuntamiento ha programado la instalación de nuevas papeleras y brigadas de limpieza, es evidente que Iruñea se seguirá convirtiendo durante una semana de fiestas en algo “insostenible” y que huele muy mal, aunque se aumenten los servicios públicos.

    Los excesos están a la vista después de las corridas en la plaza de toros, donde cientos de kilos de bocadillos, comida y bebida son abandonados por los espectadores, especialmente en los tendidos de sol. La Vuelta del Castillo queda irreconocible al finalizar los fuegos artificiales y en general, miles de botellas de vidrio, vasos de plástico y otros desechos aparecen esparcidos por toda la ciudad, llegando a las riveras del Arga que se convierten durante esa semana en un vertedero. Lo malo es que, a diferencia de las calles, sus basuras no se limpian de inmediato y duran todo el verano hasta que las lluvias las arrastren a la corriente del río. Del cuidado de los parques y jardines que podemos decir… Después de las fiestas aparecen árboles mutilados, el césped destrozado, las flores, etc. Es como si hubiera pasado el ejército de Atila.

    Lo de los vasos de plástico desechables es demasiado porque lo invaden todo… Todavía no existe una cultura en nuestra ciudad de usar vasos reutilizables y aunque desde la  AAVV Alde Zaharra y también desde el Oinez y otros colectivos se impulsaron tímidas iniciativas en este sentido no han cuajado debidamente. Este año en concreto quienes se han opuesto a una medida de este tipo han sido los bareros del Casco Viejo, porque les reducen los servicios y también el beneficio. Lo de siempre…

    La contaminación acústica ha aumentado de forma considerable. Cierto es que las fiestas se diferencian del resto del año porque representan un paréntesis para que después todo siga igual, pero lo de la megafonía a tope en los establecimientos hosteleros incumpliendo la normativa vigente es una pasada. En estas fechas todos los bares se convierten en discotecas donde se programa de todo menos la música de nuestra tierra, salvo excepciones y la programación del Ayuntamiento en las plazas aumenta la subida de los decibelios.

    Mucho de lo que ocurre es debido a la masificación de los Sanfermines que nuestro consistorio inconscientemente ha publicitado en exceso. Con el fin de atraerlos, se ha dado a turistas y visitantes una idea equivocada de lo que debe ser la fiesta. Todo esto buscando la máxima rentabilidad económica del evento y en contra del vecindario y de la calidad y “sostenibilidad” de las fiestas. Nuestra querida Iruñea se convierte durantes ese tiempo en un gran negocio donde todo el mundo te intenta vender algo, desde el Ayuntamiento hasta el último músico callejero.

    La utilización arbitraria que hace Barcina del espacio público es algo que merece un análisis a parte. Desde el consistorio se favorecen descaradamente a organizaciones y empresas afines, tales como la Casa Misericordia, las emisoras y TV locales, las Casa Regionales, a una parte de los Barraqueros, etc. y la programación de los eventos se realiza privatizando espacios en detrimento de los colectivos sociales locales y del carácter tradicional de nuestras fiestas.

    Una parte importante del vecindario local huye de las fiestas porque además de resultarle caras, no están hechas en la medida de sus gustos y necesidades y esto merecería una reflexión colectiva para determinar la dirección que queremos darle a los Sanfermines, al margen de la que evidentemente le están dando desde el Ayuntamiento.

    Los Sanfermines en el futuro podrían morir asfixiados de éxito. Menos mal que la crisis económica que ha comenzado pondrá en su sitio los excesos y la codicia que por desgracia todo lo impregna. Quizá, aún estemos a tiempo de cambiar el carácter especulativo actual de las fiestas para recuperar la catarsis colectiva que le caracterizaba y en lo que se basan todas las fiestas populares no dirigidas desde arriba.


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