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INTRODUCCIÓN

En los últimos años en Euskal Herria ha cobrado una fuerza inusitada e imprevista el debate sobre el tratamiento que damos a los Residuos Sólidos Urbanos (RSU) y los posibles modelos a seguir.

El intento de la Diputación de Gipuzkoa de dar una salida lo más ecológica posible a esta problemática se ha encontrado con la oposición feroz de partidos políticos y sectores económicos interesados en mantener el modelo incinerador. Esta labor de obstaculización ha provocado  indirectamente que el debate salte las fronteras de Gipuzkoa y empecemos a hablar más intensamente de lo que tenemos en la casa de cada cual.

En Bizkaia esos mismos partidos políticos mantienen una política de gestión centrada en la incineración; un modelo brutalmente antiecológico, despilfarrador, perjudicial para la salud de las poblaciones circundantes e incluso deficitario económicamente sin las imprescindibles subvenciones públicas.

Un modelo incinerador que como pescadilla que se muerde la cola necesita cantidades ingentes de basuras que quemar y por lo tanto se erige como un gran obstáculo para aplicar políticas eficaces de reutilización y reciclaje.

Por lo que respecta a Bizkaia el citado modelo incinerador se estructura alrededor de la planta incineradora de Zabalgarbi en Alonsotegi. Completado con el centro de tratamiento de sus cenizas en el barrio bilbaíno de Zorrotza desde donde se distribuyen a diferentes vertederos de Bizkaia, entre ellas el de Artigas. Hay que remarcar que más de 45.000 toneladas de escorias y cenizas procedentes de la incineración acaban en estos vertederos de Bizkaia todos los años….

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