Eguzki ha organizado un nuevo acto de recuerdo a Gladys del Estal, cuando se cumplen ya 38 años desde que el guardia civil José Martínez Salas la mató de un disparo en la cabeza, cuando la joven donostiarra participaba en Tudela en el Día Internacional contra la Energía Nuclear.

La cita será este domingo, día 4 de junio, a las 12, a las puertas de Gladys Enea, desde donde subiremos en romería hasta la pradera, donde se encuentra el monolito en recuerdo de Gladys y donde tendrá lugar un acto en el que no faltarán las flores ni las canciones.

Tampoco faltará una lectura de la actualidad, porque, como hemos señalado en repetidas ocasiones, nosotros recordamos a Gladys porque fue nuestra amiga, nuestra compañera, y no podemos olvidar aquella injusticia que, además, quedó impune. Pero también la recordamos porque las razones que la llevaron a estar presente en Tudela aquel fatídico día siguen vivas en la lucha del movimiento ecologista.

Ley de Reparación de Víctimas de “abusos policiales”

¿Y de qué hablaremos? Pues probablemente empezaremos hablando de la Ley de Reparación de Víctimas causadas por “abusos policiales” entre 1978 y 1999, que el Gobierno español ha recurrido y el Tribunal Constitucional esta misma semana ha decidido dejar en suspenso. Y es que el año pasado por estas fechas, el Gobierno Vasco había iniciado la tramitación de esta Ley y, por las declaraciones del propio secretario de Paz y Convivencia, Jonan Fernandez, Gladys sería una de las personas que, por esa vía, podría alcanzar el reconocimiento oficial que hasta ahora se le ha negado. Ya dijimos entonces que ojalá fuera así, pero que no teníamos más remedio que mostrarnos escépticos, porque, incluso en el mejor de los casos, el reconocimiento de Gladys iba para largo. La decisión del Gobierno español de recurrir la Ley, decisión que por supuesto criticamos, viene a confirmar nuestros temores. Parece claro que este punto ha quedado al margen del trato entre el PNV y el PP.

El futuro de Lemoiz

Lo que sí está en el trato es un compromiso por parte del Gobierno español para ceder “de manera inmediata” a “las instituciones vascas” los terrenos sobre los que se asienta la central de Lemoiz. El hecho de que, después de tantos años, el PNV haya querido incluir este punto en un trato como este lleva a pensar que baraja ya algún proyecto concreto y, de hecho, ya se han publicado algunas informaciones sobre la posible implantación de una piscifactoría e instalaciones ligadas a la plataforma Bimep, dedicada a la obtención de energía a partir del oleaje. Así las cosas, Eguzki insiste en reclamar para ese espacio “un uso coherente con su historia”, lo que se traduciría en la restauración ambiental de la cala de Basorda y su compatibilización con el disfrute público, quizá mediante la habilitación de un parque como lugar de memoria. Y, en nuestra opinión, a estos objetivos debería estar supeditado cualquier otro uso posible de este espacio. En todo caso, la decisión sobre lo que finalmente se haga no debería ser unilateral, sino basarse en el mayor consenso social posible, pues la memoria, si para algo ha de servir, ha de ser para casos como este.

(Las razones que nos llevan a este planteamiento pueden encontrarse más detalladas en http://eguzki.org/es/2017/05/19/eguzkik-lemoizen-eskatzen-du-historiarekin-bat-datorren-erabilera/).

¡Ojo con Garoña!

Y, naturalmente, el domingo también hablaremos de Garoña. El hecho de que incluso una de las compañías propietarias de la central, Iberdrola, se haya manifestado contraria a la reapertura, no debe hacernos bajar la guardia. Por una parte, porque el Estado sigue mareando la perdiz y la postura de Iberdrola hay que entenderla en el contexto de unas negociaciones en las que Garoña es moneda de cambio. Algo así como, “si quieres que reabra la central, tú me bajas los impuestos y/o el nivel de exigencia, o, si la cierro, tú me alargas la vida útil de estas otras centrales”. Por otra parte, porque ya ha salido a la palestra la posibilidad de que la central efectivamente no se reabra, pero, en lugar de desmantelarse, se consolide como “depósito” de residuos nucleares. Vamos, que cabría la posibilidad de que cerrásemos la puerta de Garoña a los riesgos de la energía nuclear y, sin embargo, estos siguiesen colándose por la ventana. Por tanto, ¡ojo con Garoña!

En fin, que no nos van a faltar temas de conversación cuando el domingo nos reunamos ante el monolito de Gladys o a la sombra del tilo.